El régimen iraní observa con expectante satisfacción las protestas populares que sacuden Túnez, Egipto y otros países árabes, que considera "una oleada de despertar islámico" que conducirá a un Oriente Medio más afín a las tesis y las políticas de la República Islámica.
Los sectores más radicales se apuntan, incluso, el tanto y van más allá al afirmar que el movimiento es el eco tardío de la revolución que en 1979 destronó al entonces rey de Persia, Mohamad Reza Pahleví, y allanó el camino a los islamistas para que establecieran el sistema teocrático.
"A aquellos que no quieren ver la realidad, les aclararé que un nuevo Oriente Medio está naciendo cimentado en el Islam, la religión y la democracia con prevalencia de los principios religiosos", afirmó el ayatolá Ahmad Jatamí, uno de los clérigos con más poder e influencia de Irán.
En la misma línea se ha expresado el ministerio iraní de Exteriores, que ha acuñado la expresión "ola de despertar islámico" y ha remarcado que procede de "de las enseñanzas religiosas y los esfuerzos de los musulmanes en la región de Oriente Medio".
El portavoz del citado ministerio, Ramin Mehmanparast, no dudó en apelar al cinismo al exigir al presidente egipcio, Hosni Mubarak, que escuche la voz del pueblo.
"Irán observa atentamente lo que sucede en Egipto y espera que los responsables de ese país escuchen la voz del pueblo musulmán y respeten sus deseos razonables. Las fuerzas de Seguridad y la Policía deben evitar cualquier actitud violenta contra esa ola de despertar islámico en forma de movimiento popular en este país", señaló.
Hace apenas un año y medio, el régimen iraní también hizo uso de la fuerza para reprimir violenta y cruentamente una oleada de multitudinarias protestas populares en contra de la controvertida reelección del presidente Mahmud Ahmadineyad.
Cientos de miles de personas se echaron durante meses a las calles del país para apoyar las reivindicaciones de la oposición reformista, que denunció un fraude masivo, y exigir igualmente reformas y libertades en el país.
En la sangrienta represión, al menos una treintena de personas perdieron la vida según cifras oficiales, y más de setenta de acuerdo el cómputo de la oposición.
Además, miles de iraníes han sido desde entonces detenidos bajo la acusación de conspirar con potencias extranjeras para derrocar al régimen.
Más de un centenar, entre ellos responsables del antiguo gobierno y de la oposición, periodistas, abogados y activistas, han sido condenados a diferentes penas de prisión, e incluso algunos han sido ejecutados en la horca.
"El régimen se frota las manos. Ven con gusto la posible caída de regímenes a los que acusa de conveniencia con Estados Unidos e Israel", explica un analista político iraní que prefiere no ser identificado.
"Desde hace treinta años, se ha esforzado y ha gastado mucho dinero y energía en exportar la revolución islámica a Oriente Medio, sin resultados aparentes, y ahora cree ver el fruto de sus ambiciones", agrega.
En este sentido, "observa la situación como un debilitamiento de la influencia de Estados Unidos y Occidente en la zona, y por tanto una oportunidad para aumentar el influjo de la República Islámica", interpreta.
La oposición iraní también hace una lectura positiva de la algarada árabe, aunque sus patrones de análisis son bien divergentes.
El líder opositor Mir Husein Musaví expresó su apoyo al pueblo egipcio y mostró su esperanza en que se convierta en una movimiento inspirador que sirva para que "caigan todos los regímenes opresores"
"Nuestra nación respeta, saluda y abraza la revolución de la valerosa nación tunecina y el derecho al alzamientos de los pueblos de Egipto y Yemen. Le pedimos a Dios que les otorgue la victoria", afirmó.
Al hilo de este argumento, el ex ministro comparó los gritos del pueblo iraní en junio de 2009 preguntando "¿Dónde está mi voto?" con los de los egipcios que piden libertad.
Sus palabras, reproducidas por su página web Kalame.net, parecen ocultar también la esperanza de que el levantamiento de los árabes vuelva a quebrar el miedo de sus compatriotas y a liberar los gritos de libertad de 2009.
"Hace treinta años, la oposición laica también salió a las calles de Irán para demandar más libertad y democracia, pero al final fueron los religiosos los que aprovecharon la coyuntura y se quedaron con el poder", advierte el analista. EFE
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