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domingo, 26 de agosto de 2012

CARTA DOMINICAL DEL CARDENAL SISTACH, ARZOBISPO DE BARCELONA

ÁNGELUS (TEXTO EN ESPAÑOL)



“Que la Virgen María nos ayude a creer en Jesús, como san Pedro, y a ser siempre sinceros con Él y con todos”, rogó el Sucesor de Pedro, en la oración mariana dominical del Ángelus que rezó en Castel Gandolfo con los peregrinos. 

Benedicto se inspiró en la liturgia que refiere que desde el momento que Jesús se proclamó Pan vivo bajado del cielo, muchos discípulos se volvieron atrás y no lo siguieron más. El Papa comentó que es una reacción que Jesús es conciente de haber provocado. Y afirmó que Judas se sintió traicionado por Jesús porque esperaba un Mesías vencedor, que guiara la revuelta contra los romanos. Se quedó porque era falso. La falsedad es la marca del diablo –dijo el Papa–. 

“La revelación de Jesús permanece para ellos incomprensible, porque la entendieron en un sentido solo material, mientras en aquellas palabras estaba preanunciado el misterio pascual de Jesús…” explicó, para referirse inmediatamente a Pedro. Como en otros casos -ante la pregunta de Jesús a sus discípulos si también ellos se irán-, “es Pedro el que responde en nombre de los Doce: Señor, a quién iremos. Solo tu tienes palabras de vida eterna”. Pedro entiende porque tiene fe y porque tiene fe conoce. Si quisiéramos conocer sin creer no lo huera logrado. Y ¿qué cree y conoce? 

Que Jesús es el Cristo Hijo de Dios, que Jesús es la misma vida eterna y en la carne y en la sangre nos da lo que él mismo es. (jesuita Guillermo Ortiz, RV)

Saludo en lengua española:

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana. La liturgia de la Palabra de este domingo nos ha presentado la disyuntiva entre servir al verdadero Dios o a los falsos ídolos. Invito a todos a proclamar con valentía la opción incondicional por Aquel que tiene palabras de vida eterna, Jesucristo, el Santo de Dios. Él no nos dejará de su mano y seguirá obrando maravillas, guiándonos a la tierra prometida, a la vida eterna. Feliz domingo. 

Texto completo: 

¡Queridos hermanos y hermanas! 

Los domingos pasados hemos meditado el discurso sobre el «pan de la vida», que Jesús pronunció en la sinagoga de Cafarnaúm luego de haber saciado miles de personas con cinco panes y dos peces. Hoy, el Evangelio presenta la reacción de los discípulos a aquel discurso, una reacción que el mismo Cristo provoca conscientemente. Ante todo, el evangelista Juan – que estaba presente junto a los otros Apóstoles – refiriere que «desde aquel momento muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo» (Jn 6,66). ¿Por qué? Porque no creyeron en las palabras de Jesús que decía: Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente (cfr Jn 6,51.54). Para ellos esta revelación permanecía incomprensible, porque la entendían solo en sentido material, mientras en aquellas palabras estaba preanunciado el misterio pascual de Jesús, en el que Él se ha donado a si mismo para la salvación del mundo. 

Viendo que muchos de sus discípulos se marchaban, Jesús se dirigió a los Apóstoles diciendo: «¿También ustedes quieren irse?» (Jn 6,67). Como en otros casos, es Pedro quien responde en nombre de los Doce: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios» (Jn 6,68-69). Sobre este pasaje bíblico un bellísimo comentario de San Agustín dice: «¿Ven cómo Pedro, por gracia de Dios, por inspiración del Espíritu Santo, ha entendido? ¿Por qué ha entendido? Porque ha creído. Tu tienes palabras de vida eterna. Tu nos das la vida eterna ofreciéndonos tu cuerpo y tu sangre. Y nosotros hemos creído y conocido. No dice: hemos conocido y creído, sino hemos creído y conocido. Hemos creído para poder conocer; si de hecho, hubiésemos querido conocer antes de creer, no hubiéramos logrado ni conocer ni creer. ¿Qué cosa hemos creído y que cosa hemos conocido? Que tu eres Cristo Hijo de Dios, o sea que tu eres la vida eterna misma, y en la carne y en la sangre nos das aquello que tu mismo eres» (Comentario al Evangelio de Juan, 27, 9). 

Finalmente, Jesús sabía que también entre los doce Apóstoles había uno que no creía: Judas. También Judas habría podido irse, como hicieron muchos discípulos; es más, habría debido irse, si hubiese sido honesto. En cambio permanece con Jesús. Permanece no por fe, no por amor, sino con el propósito secreto de vengarse del Maestro. ¿Por qué? Porque Judas se sentía traicionado por Jesús, y decide a su vez traicionarlo. Judas era un zelota, y quería un Mesías vencedor, que guiase una revuelta contra los Romanos. Pero Jesús había desilusionado estas expectativas. El problema es que Judas no se fue, y su culpa más grave fue la falsedad, que es la marca del diablo. Por esto Jesús dice a los Doce: «¡Uno de ustedes es un diablo!» (Jn 6,70). Pidamos a la Virgen María que nos ayude a creer en Jesús, como san Pedro, y a ser siempre sinceros con Él y con todos. (Traducción de Raúl Cabrera – RV).








                                 BENDICIÓN DEL SANTO PADRE

miércoles, 22 de agosto de 2012

AUDIENCIA GENERAL DE BENEDICTO XVI (TEXTO COMPLETO EN ESPAÑOL)



Benedicto XVI dedicó su catequesis de hoy, a Santa María Reina, reflexionando sobre la realeza de la Madre del Rey de Reyes, ante unos cuatro mil peregrinos que acudieron al Palacio Apostólico de Castel Gandolfo. Haciendo hincapié en que la Virgen es Reina, precisamente porque nos ama y ayuda en todas nuestras necesidades, el Santo Padre puso de relieve que es nuestra hermana y sierva humilde. 

Estas fueron las palabras del Papa en español, recibidas con grandes aplausos y cariño: 

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular al grupo de la Basílica de Nuestra Señora del Socorro, de Aspe, así como a los provenientes de España, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos, a encomendar nuestras súplicas a la intercesión de la Santísima Virgen, que hoy invocamos como Reina, pues la Madre del Rey de Reyes no dejará de presentar nuestra oración confiada al corazón de su divino Hijo, ni de velar por nosotros en nuestro peregrinaje terreno. Que Dios os bendiga. (CdM – RV)

Como es costumbre, después de su catequesis Benedicto XVI saludó en diversas lenguas a los grupos de peregrinos presentes en la residencia de verano de Castel Gandolfo. Hablando en italiano el Obispo de Roma dio su cordial bienvenida a las Religiosas de María Santísima Consoladora, que celebran su Capítulo General, y a las Religiosas Caldeas Hijas de María Inmaculada, “empeñadas un generoso y valiosos servicio a las poblaciones de Irak. 

El Papa también saludó a los participantes en el encuentro de la Asociación de Familias Rogacionistas y a los del encuentro para los Seminarios Mayores, así como a las parejas de recién casados, invitando a todos “a dedicar tiempo a la formación cristiana, para ser fieles discípulos de Cristo, camino, verdad y vida”. (María Fernanda Bernasconi – RV) 

Texto completo de la catequesis del Papa en italiano: 

Queridos hermanos y hermanas: 

hoy se celebra la memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María invocada con el título de “Reina”. Es una fiesta cuya institución es reciente, aún teniendo origen y devoción antiguas: en efecto, fue instituida, por el Venerable Pío XII, en 1954, al concluir el Año Mariano, estableciendo que su fecha fuera el 31 de mayo (cfr Lett. enc. Ad caeli Reginam, 11 octobris 1954: AAS 46 [1954], 625-640). En esa circunstancia, el Papa dijo que María es Reina, más que otra criatura, por la elevación de su alma y por la excelencia de los dones divinos que recibió. Ella nunca deja de derramar sobre la humanidad todos los tesoros de su amor y de sus premuras (cfr Discurso en honor de María Reina, 1° noviembre de 1954). Ahora, después de la reforma post-conciliar del calendario litúrgico, la fecha elegida para esta celebración se coloca ocho días después de la solemnidad de la Asunción, para subrayar los estrechos lazos entre la realeza de María y su glorificación en alma y cuerpo junto a su Hijo. En la Constitución sobre la Iglesia del Concilio Vaticano II, leemos: «María fue asunta en alma y cuerpo a la gloria celestial y enaltecida por el Señor como Reina del Universo, para que se asemejará más plenamente a su Hijo» (n. 59). 

Y aquí está la raíz de la fiesta de hoy: María es Reina porque está asociada, de modo único a su Hijo, tanto en el camino terrenal, como en la gloria del Cielo. El gran santo Efrem de Siria, afirma sobre la realeza de María que deriva de su maternidad divina: Ella es Madre del Señor, del Rey de Reyes (cfr Is 9,1-6) y nos indica a Jesús como vida, salvación y esperanza nuestra. Como ya recordaba el Siervo de Dios Pablo VI, en la Exhortación apostólica Marialis Cultus: “En la Virgen María todo es referido a Cristo y todo depende de El: en vistas a El, Dios Padre la eligió desde toda la eternidad como Madre toda santa y la adornó con dones del Espíritu Santo que no fueron concedidos a ningún otro” (n. 25). Pero ahora nos preguntamos ¿qué quiere decir María Reina? ¿Es sólo un titulo, una corona, un adorno como otros? ¿Qué quiere decir, qué es esta realeza? 

Como se ha indicado, es una consecuencia de su estar unida al hijo, de su estar en el cielo, en comunión con Dios. Participa en la responsabilidad de Dios hacia el mundo y en el amor de Dios al mundo. Hay una idea popular de rey o de reina, relacionada con una persona con poder y riqueza, pero éste no es el tipo de realeza de Jesús y de María. Pensemos en el Señor, la realeza es el ser de Cristo entretejido de humildad, de servicio, de amor y sobre todo servir, ayudar, amar. Recordemos que Jesús fue proclamado rey en la cruz con esta inscripción - escrita por Pilatos - Rey de los Judíos. En aquel momento en la cruz se muestra que es rey, y como rey sufre con nosotros, por nosotros, amando hasta el fondo y de este modo gobierna y crea verdad, amor y justicia. Así como en la última cena se inclina para lavar los pies a los suyos. Por lo tanto, la realeza de Jesús no tiene nada que ver con la de los poderosos de la tierra. Es un rey que sirve a sus servidores, como ha demostrado a lo largo de toda la su vida. Y lo mismo vale para María: es reina en el servicio a Dios y a la humanidad, es reina del amor que vive el don de sí a Dios para entrar en el diseño de la salvación del hombre. 

Al Ángel le responde: «He aquí, soy la Sierva del Señor» y en el Magníficat canta: «Dios ha mirado la humildad de su Sierva», nos ayuda, es Reina precisamente amándonos y ayudándonos en todas nuestras necesidades, es nuestra hermana y sierva humilde. 

Y así llegamos al punto: ¿cómo ejerce María esta realeza de servicio y amor? Velando sobre nosotros, sus hijos: hijos que se dirigen a Ella en la oración, para agradecerle o para pedir su materna protección y su celestial ayuda después, quizás, de haber perdido el camino, oprimidos por el dolor o por la angustia por las tristes y dolorosas vicisitudes de la vida. En la serenidad o en la oscuridad de la existencia, nosotros nos dirigimos a María encomendándonos a su continua intercesión, para que del Hijo nos obtenga toda gracia y misericordia necesarias para nuestro peregrinar a lo largo de los caminos del mundo. A Aquel que rige el mundo y tiene en su mano los destinos del universo nosotros nos dirigimos confiados, por medio de la Virgen María. A Ella, desde hace siglos, se la invoca como celestial Reina de los cielos; ocho veces, después de la oración del santo Rosario, se le implora en las letanías lauretanas como Reina de los Ángeles, de los Patriarcas, de los Profetas, de los Apóstoles, de los Mártires, de los Confesores, de las Vírgenes, de todos los Santos y de las Familias. El ritmo de estas antiguas invocaciones y oraciones diarias como el Salve Regina, nos ayudan a comprender que la Virgen Santa, cual Madre nuestra junto al Hijo Jesús en la gloria del Cielo, está siempre con nosotros, en el desarrollo cotidiano de nuestra vida. Por lo tanto el Título de Reina es un título de confianza, de alegría de amor. Sabemos que Aquella que tiene en sus manos, en parte, la suerte del mundo es buena, nos ama y nos ayuda en nuestras dificultades. 

Queridos amigos, la devoción a la Virgen es un elemento importante de la vida espiritual. En nuestra oración no dejemos de dirigirnos confiados a Ella. María no dejará de interceder por nosotros ante su Hijo. Mirándola, imitemos la fe, disponibilidad plena al proyecto de amor de Dios, la generosa acogida de Jesús. Aprendamos a vivir, siguiendo el ejemplo de María. Es la Reina del cielo cerca de Dios, pero también es la madre cercana a cada uno de nosotros, que nos ama y escucha nuestra voz. Gracias por vuestra atención (Traducción del italiano: Cecilia de Malak y María Fernanda Bernasconi)









                                BENDICIÓN DEL SANTO PADRE


lunes, 20 de agosto de 2012

DOS MEDALLAS OLÍMPICAS PARA LA VIRGEN DE MONTSERRAT























OFRECE A LA VIRGEN DE MONTSERRAT LAS DOS MEDALLAS GANADAS EN LAS OLIMPIADAS DE LONDRES 2012

La joven nadadora española Mireia Belmonte ofreció las dos medallas de plata que ganó en las Olimpiadas de Londres 2012 a la Virgen de Monserrat en Barcelona (España).

La nadadora, que obtuvo las medallas en las pruebas de 800 metros libres y 200 metros mariposa, ofreció sus medallas a la Madre de Dios conocida como la “Moreneta”.

Belmonte nació en Badalona, Barcelona, el 10 de noviembre de 1990. Con 21 años ya ha sido campeona mundial, europea y doble subcampeona olímpica.

Empezó a nadar a los 4 años como consejo médico para corregir su escoliosis.

En 2007 se proclamó Campeona del Mundial Júnior en 400 metros libres y 400 metros combinados, y también fue Campeona del Europeo Junior en 200 metros libres y 400 metros estilos.











 (Fuente texto: ACI/EWTN)

V CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE SANTA TERESA DE JESÚS

domingo, 19 de agosto de 2012

ÁNGELUS (TEXTO EN ESPAÑOL)



El Papa reflexionó a partir del Evangelio en el que Jesús se propone como Pan de vida”, y este pan es su carne y su sangre, ofrecidos en sacrificio por nosotros. “Jesús hace este discurso para desilusionar a la multitud y para provocar una decisión en sus discípulos. De hecho, muchos de entre ellos, desde ese momento no lo siguieron más” dijo el Papa, después de explicar que “Jesús revela el sentido del milagro” de la multiplicación de los panes. Esto es, que el tiempo de las promesas se ha cumplido. Dios Padre que con el maná había alimentado a los Israelitas en desierto, ahora la ha enviado a Él, el Hijo, como Pan de Vida eterna… Se trata de recibirlo con fe, no escandalizándose de su humanidad”. (jesuita Guillermo Ortiz- RV)

TEXTO DE LA ALOCUCIÓN DEL PAPA, PREVIA AL REZO DEL ÁNGELUS (19.08.2012) 

Queridos hermanos y hermanas 

El Evangelio de este domingo (cfr. Jn 6,51-58) es la parte final y culminante del discurso hecho por Jesús en la sinagoga de Cafarnaum, después de que el día anterior había dado de comer a miles de personas con solo cinco panes y dos peces. Jesús revela el sentido de aquel milagro, es decir que el tiempo de las promesas se ha cumplido: Dios Padre, que con el maná había saciado el hambre de los israelitas en el desierto, ahora lo ha mandado a Él, el Hijo, como verdadero Pan de vida eterna, y este pan es su carne, su vida, ofrecida en sacrificio por nosotros. Se trata por lo tanto de acogerlo con fe, no escandalizándose de su humanidad; y se trata de «comer su carne y beber su sangre» (cfr. Jn 6,54), para tener en sí mismos la plenitud de la vida. Es evidente que este discurso no está hecho para obtener consensos. Jesús lo sabe y lo pronuncia intencionalmente; y en efecto aquel fue un momento crítico, un vuelco en su misión pública. La gente, y los mismos discípulos, eran entusiastas de Él cuando realizaba signos prodigiosos; y también la multiplicación de los panes y de los peces era una clara revelación del Mesías, tanto es así que inmediatamente después la multitud habría querido llevar a Jesús en triunfo y proclamarlo rey de Israel. Pero ciertamente no era ésta la voluntad de Jesús, que con aquel extenso discurso corta con los entusiasmos y provoca muchos desacuerdos. Él, en efecto, explicando la imagen del pan, afirma de haber sido mandado para ofrecer la propia vida, y que, quien quiere seguirlo debe unirse a Él en modo personal y profundo, participando en su sacrificio de amor. Por esto Jesús instituirá en la última Cena el Sacramento de la Eucaristía: para que sus discípulos puedan tener en sí mismos su caridad –esto es decisivo- y, como un único cuerpo unido a Él, prolongar en el mundo su misterio de salvación. 

Escuchando este discurso la gente comprendió que Jesús no era un Mesías como lo querían, que aspiraba a un trono terrenal. No buscaba consensos para conquistar Jerusalén; es más, quería ir a la Ciudad santa para compartir la suerte de los profetas: dar la vida por Dios y por el pueblo. Aquellos panes, partidos para miles de personas, no querían provocar una marcha triunfal, sino preanunciar el sacrificio de la Cruz, en la que Jesús se hace Pan, cuerpo y sangre ofrecidos en expiación por la vida del mundo. Jesús por lo tanto pronunció aquel discurso para desilusionar a las multitudes y, sobre todo, para provocar una decisión en sus discípulos. En efecto, muchos entre estos, a partir de entonces, ya no lo seguirán. 

Queridos amigos, dejémonos, también nosotros, nuevamente sorprender por las palabras de Cristo: Él, semilla de trigo lanzado en los surcos de la historia, es la primicia de la humanidad nueva, liberada de la corrupción del pecado y de la muerte. Y redescubramos la belleza del Sacramento de la Eucaristía, que expresa toda la humildad y la santidad de Dios: su hacerse pequeño –Dios se hace pequeño- fragmento del universo para reconciliar a todos en su amor. Que la Virgen María, que ha dado al mundo el Pan de la vida, nos enseñe a vivir siempre en profunda unión con Él. (RV)





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CARTA DOMINICAL DEL CARDENAL SISTACH, ARZOBISPO DE BARCELONA

miércoles, 15 de agosto de 2012

ÁNGELUS EN LA FIESTA DE LA ASUNCIÓN (TEXTO EN ESPAÑOL)



En la solemnidad de la Asunción de la Virgen María, a mediodía, Benedicto XVI, ha rezado con los peregrinos llegados a Castelgandolfo el Ángelus. En su alocución antes de la oración mariana, el Papa ha hablado de la historia de la fiesta de este misterio que tiene sus raíces en la fe y el culto de los primeros siglos de la Iglesia. “Para entender la Asunción, -ha explicado el Santo Padre- tenemos que mirar a la Pascua, el gran Misterio de nuestra salvación. María, que ha engendrado al Hijo de Dios en la carne, es la criatura más próxima a este misterio, redimida desde el primer momento de su vida, y asociada de una manera especial a la pasión y la gloria de su Hijo. La Asunción de María al Cielo es, pues, el misterio pascual de Cristo realizado plenamente en Ella”. 

Traducción completa del Ángelus

En el corazón del mes de agosto, la Iglesia en Oriente y en Occidente celebra la Solemnidad de la Asunción de María Santísima al Cielo. En la Iglesia católica, el dogma de la Asunción - como es sabido - se proclamó durante el Año Santo de 1950 por el venerable Pío XII. La celebración, sin embargo, de este misterio de María tiene sus raíces en la fe y el culto de los primeros siglos de la Iglesia, por la profunda devoción a la Madre de Dios, que se fue desarrollando gradualmente en la Comunidad cristiana. 

Desde finales del siglo IV y principios del V, tenemos el testimonio de varios autores que afirman como María está en la gloria de Dios con todo su ser, cuerpo y alma, pero es en el siglo VI que en Jerusalén, la fiesta de la Madre de Dios, la Theotòkos, consolidada con el Concilio de Éfeso en el año 431, cambió su rostro y se convirtió en la fiesta de la Dormición, del pasaje, del tránsito, de la asunción de María. Se convirtió en la celebración del momento en que María deja este mundo glorificada en alma y en cuerpo en el cielo, en Dios. 

Para entender la Asunción tenemos que mirar a la Pascua, el gran Misterio de nuestra salvación, que marca el paso de Jesús a la gloria del Padre a través de la pasión, muerte y resurrección. (audio) María, que ha engendrado al Hijo de Dios en la carne, es la criatura más inserta en este misterio, redimida desde el primer momento de su vida, y asociada de una manera especial a la pasión y la gloria de su Hijo. La Asunción de María al Cielo es, pues, el misterio pascual de Cristo realizado plenamente en Ella. María está íntimamente unida a su Hijo resucitado, vencedor sobre el pecado y la muerte, plenamente conformada con él. 

Pero la Asunción es una realidad que nos toca también nosotros, porque nos indica de manera luminosa nuestro destino, el de la humanidad y el de la historia. En María, de hecho, contemplamos aquella realidad de gloria a la cual está llamado cada uno de nosotros y toda la Iglesia. 

El Evangelio de san Lucas que leemos en la liturgia de esta solemnidad nos muestra el camino que la Virgen de Nazaret ha recorrido para estar en la gloria de Dios. Es la narración de la visita de María a Isabel (cf. Lc 1,39 - 56), en la que la Virgen es proclamada bendita entre todas las mujeres y beata porque ha creído en el cumplimiento de las palabras que fueron dichas por el Señor. Y en el canto del "Magnificat", que eleva con la alegría a Dios brilla su profunda fe. 

Ella se coloca entre los "pobres" y "humildes", que no pueden confiar en sus propias fuerzas, sino que confían en Dios, y en su acción, capaz de obrar grandes cosas en la debilidad. Si la Asunción nos abre al futuro luminoso que nos espera, nos invita también fuertemente a confiarnos más a Dios, a seguir su Palabra, a buscar y cumplir su voluntad cada día: éste es el camino que nos hace "beatos" en nuestra peregrinación terrena, y nos abre las puertas del Cielo. 

Queridos hermanos y hermanas, el Concilio Vaticano II afirma: "María asunta al cielo con su múltiple intercesión continúa a obtener para nosotros los dones de la salvación eterna. Con su materna caridad cuida de los hermanos de su Hijo que todavía peregrinan y se debaten entre peligros y dificultades, hasta que no sean conducidos a la patria bienaventurada"(Lumen gentium, 62). Invoquemos la Virgen Santa, sea Ella la estrella que guía nuestros pasos al encuentro con su Hijo en nuestro camino para llegar a la gloria del Cielo, a la alegría eterna. (RV – ER)







                                 BENDICIÓN DEL SANTO PADRE

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HOMILÍA DE BENEDICTO XVI EN LA FIESTA DE LA ASUNCIÓN






















Esta mañana a las 8 Su Santidad Benedicto XVI acudió –como es una tradición- a la parroquia de Santo Tomás de Villanueva en Castel Gandolfo para celebrar la Santa Misa en la Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María. 

El Papa inició su homilía recordando la proclamación por parte de Pío XII de este dogma que nos indica que terminado el curso de la vida terrena, la Madre de Dios fue asunta a la gloria celeste en cuerpo y alma, una verdad de fe que el Papa expresó era ya conocida por la tradición y afirmada por los padres de la Iglesia. 

En la última parte de su homilía (del párrafo 3 al 6) Benedicto XVI nos ha regalado palabras inspiradas para describir la profunda unión de la Madre con el Hijo, cuando nos explica que la Asunción de María aporta a nuestro camino la certeza de que en Dios hay un espacio para el hombre, Él es la casa de tantos apartamentos de la que habla Jesús, y lo más importante que en Dios está el espacio de Dios, y por lo tanto María, la Asunta, unida a Dios no se aleja de nosotros. El Sucesor de Pedro ha indicado que la Bienaventurada siempre Virgen María es el Arca Santa que lleva en sí misma la presencia de Dios. Por ello - y constatando que un mundo sin Dios es un mundo sin futuro-, Su Santidad nos invita a seguir el ejemplo de María y abrir nuestro ser a Dios porque en Él nuestra vida se enriquece y se hace grande. El Papa concluyó con la certeza que nos acompaña en nuestra vida y que es aquella de que Dios nos espera, y citamos: “¡Dios nos espera: esta es nuestra gran alegría y la gran esperanza que nace justo de esta Fiesta. María nos visita, y es el gozo de nuestra vida, y el gozo es esperanza!”. (PLJR – RV) 

TEXTO DE LA HOMILÍA DE BENEDICTO XVI EN LA SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA: 15.08.2012 – CASTEL GANDOLFO 

Queridos hermanos y hermanas: 

El primero de noviembre de 1950, el Venerable Pío XII proclamaba como dogma que la Virgen María «terminado el curso de la vida terrena, fue asunta a la gloria celeste en alma y cuerpo». Esta verdad de fe era conocida por la Tradición, afirmada por los Padres de la Iglesia, y era sobre todo un aspecto relevante del culto hecho a la Madre de Cristo. El elemento cultural constituyó, por así decir, la fuerza motor que determinó la formulación de este dogma: el dogma apareció un acto de alabanza y de exaltación ante la Virgen Santa. Éste emerge también del texto mismo de la Constitución apostólica, donde se afirma que el dogma es proclamado «para honor del Hijo, para glorificación de la madre y gloria de toda la Iglesia». Fue expresado así en la forma dogmática aquello que había sido antes celebrado en el culto y en la devoción del Pueblo de Dios como la más alta y estable glorificación de maría: el acto de proclamación de la Asunta se presentó casi como una liturgia de la fe. Y en el Evangelio que hemos escuchado ahora, María misma pronuncia proféticamente algunas palabras que orientan en esta perspectiva: dice «En adelante todas las generaciones me llamarán bienaventurada» (Lc 1,48). Una profecía para toda la historia de la Iglesia. Esta expresión del Magnificat, referida por san Lucas, indica que la alabanza a la Virgen Santa, Madre de Dios, íntimamente unida a Cristo su hijo interesa la Iglesia de todos los tiempos y de todos los lugares. Y la anotación de estas palabras por parte del Evangelista presupone que la glorificación de María fuera presente en el período de san Lucas y que él la considerara un deber y un compromiso de la comunidad cristiana para todas las generaciones. Las palabras de María dicen que es un deber de la Iglesia recordar la grandeza de la mujer para la fe. Esta solemnidad es una invitación por lo tanto para alabar a Dios, y mirar hacia la grandeza de la Santísima Virgen, porque a Quien es Dios lo conocemos en el rostro de los suyos. 

Pero, ¿porqué María es glorificada con la asunción al Cielo? San Lucas, como hemos escuchado, ve la raíz de la exaltación y de la alabanza a María en la expresión de Isabel: «Feliz de ti por haber creído (Lc 1,45). Y el Magnificat, este canto al Dios vivo y operante en la historia es un himno de fe y de amor, que brota del corazón de la Virgen. Ella vivió con fidelidad ejemplar y ha custodiado en lo más íntimo de su corazón las palabras de Dios a su pueblo, las promesas hecha a Abraham, Isaac, y Jacob, haciéndolas el contenido de su oración: la Palabra de Dios en el Magnificat se convertía en la palabra de María, lámpara de su camino, a punto tal de prepararla para acoger también en su seno al Verbo de Dios hecho carne. La página evangélica de hoy reclama esta presencia de Dios en la historia y en el mismo desarrollo de los eventos; en particular hay una referencia en el Segundo libro de Samuel en el capítulo sexto ( (6,1-15), en el que David transporta el Arca Santa de la Alianza. El paralelo que hace el Evangelista es claro: María en espera del nacimiento del Hijo Jesús es el Arca Santa que lleva en sí la presencia de Dios, una presencia que es fuente de consuelo, de gozo pleno. Juan, en efecto, salta en el seno de Isabel, exactamente como David danzaba ante el Arca. María es la «visita» de Dios que crea gozo. Zacarías, en su canto de alabanza lo dirá explícitamente: «"Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su Pueblo» (Lc 1,68). La casa de Zacarías experimentó la visita de Dios con el nacimiento inesperado de Juan Bautista, pero sobre todo con la presencia de María, que lleva en su seno al Hijo de Dios. 

Pero ahora nos preguntamos: ¿Qué cosa dona a nuestro camino, a nuestra vida, la Asunción de María? La primera respuesta es: en la Asunción vemos que en Dios hay espacio para el hombre, Dios mismo es la casa de tantos apartamentos de la cual habla Jesús, Dios e la casa del hombre, en Dios está el espacio de Dios. Y María, uniéndose, unida a Dios no sea aleja de nosotros, no va sobre una galaxia desconocida, sino que va a Dios, se aproxima, porque Dios está cerca de todos nosotros y María, unida a Dios, participa de la presencia de Dios, esta cercanísima a nosotros, a cada uno de nosotros. Hay una bella palabra de San Gregorio Magno sobre San Benito que podemos aplicar todavía a María: San Gregorio Magno dice que el corazón de San Benito se hizo tan grande que todo lo Creado podía entrar en este corazón. Esto vale aún más para María: María, unida totalmente a Dios, tiene un corazón tan grande que toda la Creación puede entrar en este corazón y los exvotos en todas las partes de la tierra lo demuestran. María está cercana, puede escuchar, puede ayudar, está próxima a todos nosotros, En Dios hay espacio para el hombre y Dios está cerca y María unida a Dios, está muy próxima, tiene el corazón ancho como el corazón de Dios. 

Pero hay también otro aspecto: no solo en Dios hay espacio para el hombre, en el hombre hay espacio para Dios. También esto vemos en María, el Arca Santa que lleva la presencia de Dios. En nosotros hay espacio para Dios y esta presencia de Dios, en nosotros, tan importante para iluminar al mundo en su tristeza en sus problemas, esta presencia se realiza en la fe: en la fe abrimos las puertas de nuestro ser para que Dios entre en nosotros, para que Dios pueda ser la fuerza que da vida y camino a nuestro ser. En nosotros hay espacio, abrámonos como María se abrió, diciendo: “Hágase tu voluntad, yo soy la sierva del Señor”. Abriéndose a Dios, nada perdemos. Por el contrario: nuestra vida se enriquece y se hace grande. 

Y así, fe, esperanza y amor se combinan: hoy, hay muchas palabras sobre un mundo mejor por esperar, sería nuestra esperanza. Si y cuándo este mundo mejor llegará no lo sabemos, no lo sé. Seguramente un mundo que se aleja de Dios se convierte en peor porque solo la presencia de Dios puede garantizar, también, un mundo bueno. Una cosa, una esperanza segura es que Dios nos espera, nos espera, no vamos en el vacío, somos esperados. Dios nos espera y encontramos, yendo al otro mundo, la bondad de la Madre, encontramos a los nuestros, encontramos el Amor eterno. Dios nos espera: esta es nuestra gran alegría y la gran esperanza que nace justo de esta Fiesta. María nos visita, y es el gozo de nuestra vida y el gozo es esperanza. 

Por lo tanto ¿Qué cosa decir? Corazón grande, presencia de Dios en el mundo, espacio de Dios en nosotros y espacio de Dios por nosotros, esperanza, ser esperados: esta es la sinfonía de esta fiesta, la indicación que la meditación de esta Solemnidad nos dona. María es aurora y esplendor de la Iglesia triunfante; Ella es el consuelo y la esperanza para el pueblo todavía en camino, dice el Prefacio de hoy. Confiémonos a su materna intercesión, para que nos obtenga del Señor el poder reforzar nuestra fe en la vida eterna; nos ayude a vivir bien el tiempo que Dios nos ofrece con esperanza. Una esperanza cristiana, que no es solamente nostalgia del Cielo, sino vivo y laborioso deseo de Dios aquí en el mundo, deseo de Dios que nos hace peregrinos incansables, alimentando en nosotros el valor y la fuerza de la fe, que al mismo tiempo es valor y fuerza del amor. Amén. (Traducción de Patricia L. Jáuregui Romero)



domingo, 12 de agosto de 2012

CARTA DOMINICAL DEL CARDENAL SISTACH, ARZOBISPO DE BARCELONA

ÁNGELUS (TEXTO EN ESPAÑOL)



Jesús, saciando milagrosamente el hambre con la multiplicación de los panes, “los dispone a recibir el anuncio de que Él es el pan que desciende del cielo, que sacia de modo definitivo”, explicó el Sucesor de Pedro en la reflexión previa a la oración mariana dominical del Ángelus Domini, que rezó con peregrinos de todo el mundo llegados a Castel Gandolfo el mediodía, refiriéndose al Evangelio de Juan que nos acompaña en la liturgia de estos domingos. “Es así como nos quiere ayudar a comprender el significado profundo del prodigio” dijo. El Pueblo Judío que tenía claro que el pan del cielo que nutría Israel era la palabra de Dios, “durante el largo camino del desierto había experimentado el pan bajado del cielo, el maná, que lo había mantenido con vida hasta la llegada a la tierra prometida” profundizó el Papa. Ahora Jesús habla de sí mismo como el verdadero pan del cielo capaz de mantenernos en vida para siempre. 

Palabras del Papa en italiano antes del Ángelus:

¡Queridos hermanos y hermanas! 

La lectura del sexto capitulo del Evangelio de Juan, que nos acompaña en la Liturgia estos Domingos, nos ha llevado a reflexionar sobre la multiplicación milagrosa, en la que cinco panes y dos pescados fueron suficientes para saciar una multitud de cinco mil hombres, y sobre la invitación que Jesús dirige a cuantos había saciado de empeñarse por un alimento que permanece para la vida eterna. Él quiere ayudarles a comprender el significado profundo del prodigio que ha obrado: en el saciar en manera milagrosa su hambre física, los predispone a recibir el anuncio que Él es el pan bajado del cielo (cfr Jn 6,41), que sacia de forma definitiva. También el pueblo judío, durante el largo camino en el desierto, había probado un pan bajado del cielo, el maná, que lo había mantenido con vida, hasta la llegada a la tierra prometida. Ahora, Jesús habla de si como del verdadero pan bajado del cielo, capaz de mantener con vida no por un momento o por un trecho del camino, sino para siempre. Él es el alimento que da la vida eterna, porque es el Hijo unigénito de Dios, que está en el seno del Padre, venido para donar al hombre la vida en plenitud, para introducir al hombre en la vida misma de Dios. 

En la mentalidad judía era claro que el verdadero pan del cielo, que nutría Israel, era la Ley, la palabra de Dios. El pueblo de Israel reconocía con claridad que la Torá era el don fundamental y duradero de Moisés y que el elemento fundamental que lo distinguía con respecto a los demás pueblos consistía en el conocer la voluntad de Dios y por lo tanto la justa vía de la vida. Ahora Jesús, en el manifestarse como el pan del cielo, testimonia ser la Palabra de Dios encarnada, a través de la cual el hombre puede hacer de la voluntad de Dios su comida (cfr Jn 4,34), que orienta y sostiene su existencia. 

Dudar entonces de la divinidad de Jesús, como hacen los Judíos del relato evangélico de hoy, significa oponerse a la obra de Dios. Ellos afirman de hecho: ¡es el hijo de José! ¡Nosotros conocemos a su padre y a su madre! (cfr Jn 6,42). Ellos no van mas allá de sus orígenes terrenales, y por esto se niegan a acogerlo como la Palabra de Dios hecha carne. San Agustín comenta: «estaban lejos de aquel pan celeste, y eran incapaces de sentir hambre. Tenían la boca del corazón enferma… De hecho, este pan requiere el hambre del hombre interior» (Homilías sobre el Evangelio de Juan, 26,1). Sólo quien es atraído por Dios Padre, quien lo escucha y se deja instruir por Él puede creer en Jesús, encontrarlo y nutrirse de Él para tener la vida en plenitud, la vida eterna. San Agustín agrega: «el señor… afirmó ser el pan que desciende del cielo, exhortándonos a creer en él. Comer el pan vivo, de hecho, significa creer en él. Quien cree, come; de manera invisible es saciado, como también de manera invisible renace. Él renace desde dentro, en su intimo se convierte en un hombre nuevo» (ibídem).

Invocando a María Santísima, pidámosle guiarnos al encuentro con Jesús para que nuestra amistad con Él sea cada vez más intensa; pidámosle introducirnos en la plena comunión de amor con su Hijo, el pan vivo bajado del cielo, para ser por Él renovados en lo intimo de nosotros mismos. (Traducción del italiano: Raúl Cabrera-RV) 

Para que todos vivan para siempre 

Saludo del Papa en español: 

En su saludo a los peregrinos de lengua española el Papa manifestó que: “Así como el profeta Elías fue alimentado en su camino hacia el Horeb, el monte de Dios, también nosotros necesitamos el alimento espiritual que nos ayude en el camino de nuestra vida. Este alimento es Cristo que, con su muerte y resurrección, nos ha abierto las puertas de la vida eterna. Él es el pan vivo que ha bajado del cielo para que todo el que coma de él tenga vida”. Benedicto XVI invitó a acercarse al sacramento de la Eucaristía, con fe y amor creciente; “allí, él nos da su cuerpo y su sangre, y podremos gustar qué bueno es el Señor, qué grande es su amor por nosotros”. Jesuita Guillermo Ortiz –RV. 

Benedicto XVI dirigió su pensamiento, después del rezo del ángelus dominical, a las poblaciones asiáticas, en particular de Filipinas y de la República Popular China, afectadas duramente por violentas lluvias, así como también a las del Noroeste de Irán, víctimas de un violento terremoto, por quienes pidió que no falte la solidaridad con las siguientes palabras:

“Estos acontecimientos han provocado numerosas víctimas y heridos, miles de evacuados e ingentes daños. Os invito a uniros a mi oración por cuantos han perdido la vida y por las tantas personas probadas por calamidades tan devastadoras. Que no falte a estos hermanos nuestra solidaridad y nuestro apoyo”. 

Después de la plegaria mariana y del responso por los fieles difuntos, el Santo Padre saludó en distintas lenguas a los grupos de fieles presentes en Castel Gandolfo, a quienes bendijo de modo particular. 

El Santo Padre también dirigió un saludo cordial a los peregrinos polacos, a quienes les recordó que continuando su enseñanza sobre el misterio de la Eucaristía, Jesús se revela como pan de vida y prenda de nuestra inmortalidad. Por esta razón pidió que lo acojamos con profunda fe en la santa Comunión, a fin de que la vida de Dios perdure en nosotros ahora y en la eternidad. 

Por último, al saludar afectuosamente a los peregrinos italianos, el Papa se dirigió de modo particular a los jóvenes procedentes de Vigonza y Pionca, a quienes manifestó su deseo de que las experiencias formativas de estos días refuercen su fe y su amor a Cristo y a la Iglesia. A la vez que deseó a todos un feliz domingo. (María Fernanda Bernasconi – RV).






                                 BENDICIÓN DEL SANTO PADRE


sábado, 11 de agosto de 2012

FALTAN 20.000 VOLUNTARIOS PARA LA JMJ RÍO 2013






















Falta menos de un año para el inicio de la JMJ Río de Janeiro 2013 del 23 al 28 de julio. Según informó Silvonei Protz, ante el micrófono de Silvia Koch, desde el año pasado los símbolos oficiales de la JMJ, la Cruz de la Juventud y el Icono de la Virgen están peregrinando por todo el País atrayendo a miles de peregrinos. Cuando los símbolos llegan a las capitales de los estados el evento pasa a ser llamado Mete la fe. Lo que demuestra la gran voluntad de los jóvenes brasileños de participar en la JMJ” 

Un dato importante el Comité Organizador del encuentro a través de su pagina web Río2013.com ha puesto en línea la guía para las inscripciones. En estos momentos podríamos afirmar que el mismo comité está trabajando para completar el número de los 60 mil voluntarios que se hacen necesarios para la JMJ. Hasta el momento son 40 mil los que han adherido a la iniciativa de voluntariado”.









(RV)

"TU ÁNGEL" - TEMA MUSICAL PROVIDA

EL CARDENAL SANDOVAL REVELA QUE LE ENVENENARON EN DOS OCASIONES




















El cardenal Juan Sandoval Íñiguez dio detalles de dos sucesos que supusieron "atentados" contra su vida, por la vía del envenenamiento. Uno en la ciudad norteamericana de Dallas, en febrero de 1999, y otro en un encuentro con un candidato a un cargo público en el mismo año. 

Los datos fueron expuestos durante la intervención del arzobispo emérito en la presentación del libro Servus, una biografía del cardenal Sandoval redactada por el escritor y periodista Juan Manuel Reyes Brambila. 

En cuanto al suceso en Dallas, refirió que fue envenenado al comer una fracción de un dulce de cacahuate muy bien envuelto que le hicieron llegar a su hotel cuando él participaba en una reunión sobre temas de bioética junto con otros obispos. 

El segundo atentado, dijo, se dio en una reunión con un candidato, a la que fue llevado en avión de la Secretaría de Gobernación junto con varios obispos que partieron desde San Luis Potosí, y en el marco de la convivencia se le dio una bebida de tequila. "Le di un trago y me supo amargo. Al revisarla para ver qué tenía, llegó un individuo que me arrebató la copa y se fue", narró.

Abundó que este incidente le originó una intoxicación que fue motivo de una cirugía: su intestino tenía un metro y medio de gangrena. 

En abril de 1994 recibió la designación de arzobispo de Guadalajara para suplir al cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, asesinado el 24 de mayo de 1993. El Cardenal Sandoval hizo mención de que ambos sucesos se dieron en el contexto de su postura crítica en las investigaciones oficiales sobre la muerte del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo. 

Durante el ministerio del Cardenal Sandoval ha habido un crecimiento en el número de vocaciones sacerdotales, al grado que el Seminario de Guadalajara cuenta actualmente con mil 387 seminaristas, la matrícula más alta en 30 años. El Vaticano lo considera un modelo por sus seminaristas mayores (636) y menores (751) , así como por los 600 jóvenes que están en proceso para ingresar a la carrera eclesiástica. 











(Texto: El Informador /El Universal)

SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN EN BARCELONA














El próximo miércoles 15 de agosto celebramos la Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María. 

BASÍLICA DE LA CONCEPCIÓN 
 c/Aragón,299 (Barcelona) 

Martes, día 14 

-Veneración de la imagen de la talla de la Madre de Dios Dormida. 

· A las 17:30 , celebración comunitaria de la penitencia como preparación a la fiesta de la Asunción y para ganar la indulgencia plenaria.

· A las 19 h , primeras Vísperas solemnes. 


Miércoles, día 15

· A las 11:30 , EUCARISTÍA CONCELEBRADA. (Oficio cantado). Predicará el reverendo padre Joan Bladé, vicario de la parroquia. Al terminar la Eucaristía, canto a María Assumpta a tres voces y órgano, del canónigo Domingo Cols. Intervendrá el Coro Voces Sacrae . Bendición de las flores aromáticas, las plantas medicinales y el agua . Quien visite hoy la basílica gana la indulgencia plenaria con las debidas condiciones (confesión, Eucaristía, orar por el Papa).

· A las 19 h , PROCESIÓN POR EL CLAUSTRO. Llevarán el parihuela de la Virgen Dormida las religiosas del Eixample y las que asistan.

· A las 19:30 , Segundas Vísperas solemnes. 

Su Santidad Benedicto XVI celebrará la Santa Misa en la Parroquia de Santo Tomás de Villanueva en Castel Gandolfo, a las 8 de la mañana. .



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LA VIRGEN MARÍA Y EL NIÑO JESÚS EN LAS OLIMPIADAS DE LONDRES 2012

















La atleta etíope Meseret Defar protagonizó uno de los momentos más emotivos de las Olimpiadas de Londres 2012 cuando al cruzar la meta en la final femenina de los 5000 metros lisos y hacerse con la medalla de oro, sacó de su pecho una imagen de la Virgen María, la mostró a las cámaras y se la puso en el rostro en un momento de intensa oración. 

Defar, cristiana ortodoxa, encomendó su carrera a Dios con una señal de la cruz y completó la distancia en 15:04:25, venciendo a su compatriota y tradicional rival Tirunesh Dibaba, quien llegó como favorita de la prueba. 

Con lágrimas de emoción, Defar mostró al mundo la imagen de la Virgen con el Niño Jesús en brazos que la acompañó en todo el recorrido. 

Durante toda la carrera, tres corredoras etíopes y tres de Kenia se disputaban los primeros lugares, Defar aceleró en el último tramo y logró separarse del grupo. La medalla de plata fue para Vivian Cheruiyot de Kenia y la de bronce para Dibaba. 

Meseret Defar nació el 19 de noviembre de 1983 en Addis Abeba, Etiopía. Ha sido subcampeona en el Mundial de atletismo de Helsinki 2005, donde fue vencida por Dibaba. Ha sido también dos veces campeona mundial de 3.000 metros bajo techo. En las Olimpiadas de Atenas 2004 ganó la medalla de oro en los 5000 metros y en Beijing 2008 obtuvo la medalla de bronce en esta misma prueba. El 3 de junio de 2006 batió en Nueva York el récord mundial de los 5.000 metros con 14:24,53, mejorando en 15 centésimas el anterior récord de la turca Elvan Abeylegesse.












Texto: EWTN/ACI

miércoles, 8 de agosto de 2012

AUDIENCIA GENERAL DE BENEDICTO XVI (TEXTO COMPLETO CATEQUESIS EN ESPAÑOL)



 La figura litúrgica del día, Santo Domingo de Guzmán, estuvo en el centro de la reflexión de Benedicto XVI esta mañana en el marco de la celebración de la Audiencia General. En su catequesis el Pontífice arrojó luz sobre el peculiar modo de orar de esta santa figura del siglo XIII, fundador de la Orden de los Padres Predicadores. “Santo Domingo nos recuerda que al origen del testimonio de fe que cada cristiano debe dar en familia, en el trabajo y en el compromiso social, así como en los momentos de distención, se coloca la oración como contacto personal con Dios, que es lo que nos da fuerza para vivir intensamente cada evento y en especial los más sufridos”. En efecto en su breve catequesis pronunciada en Castel Gandolfo y solo en idioma italiano, el Papa aludió a que Santo Domingo de Guzmán con sus actitudes nos enseña la importancia de las actitudes exteriores de nuestra propia oración.

TRADUCCIÓN TEXTO COMPLETO CATEQUESIS DEL PAPA. 08.08.2012 

Queridos hermanos y hermanas

Hoy la Iglesia celebra la memoria de santo Domingo de Guzmán, Sacerdote y Fundador de la Orden de los Predicadores, llamados Dominicos. En una precedente Catequesis, ilustré esta insigne figura y la fundamental contribución que ha aportado a la renovación de la Iglesia de su tiempo. Hoy quisiera sacar a la luz un aspecto esencial de su espiritualidad: su vida de oración. Santo Domingo fue un hombre de oración. Enamorado de Dios no tuvo otra aspiración que la salvación de las almas, en particular aquellas caídas en las redes de la herejía de su tiempo; imitador de Cristo, encarnó radicalmente los tres consejos evangélicos uniendo a la proclamación de la Palabra el testimonio de una vida pobre. Bajo la guía del Espíritu Santo, avanzó en el camino de la perfección cristiana. En cada momento, la oración fue la fuerza que renovó e hizo siempre más fecundas sus obras apostólicas. 

El Beato Jordán de Sajonia muerto en el año 1237, su sucesor en la guía de la Orden, escribe así: «Durante el día, ninguno más que él se mostraba sociable… Viceversa de noche, nadie era más asiduo en el velar en oración. El día lo dedicaba al prójimo, pero la noche la daba a Dios». En Santo Domingo podemos ver un ejemplo de integración armoniosa entre contemplación de los misterios divinos y actividad apostólica. Según los testimonios de las personas a él más cercanas, «él hablaba siempre con Dios o de Dios». Tal observación indica su comunión profunda con el Señor y al mismo tiempo, el constante compromiso en conducir a los demás a esta comunión con Dios. No ha dejado escritos sobre la oración pero la tradición dominica ha recogido y mandado a otras generaciones su experiencia viva en una obra titulada: Las nuevas maneras de orar de Santo Domingo. Este libro fue compuesto entre el año 1260 y el 1288 por un Fraile dominico, nos ayuda a aprender a comprender algo de la vida interior del Santo, nos ayuda en todas las diferencias, también a nosotros, a aprender algo sobre el modo de orar. 

Para él son por tanto nueve los modos de rezar, y cada uno de ellos lo realizaba siempre delante de Jesús Crucificado, y expresa una postura corporal y espiritual que, íntimamente compenetradas, favorecen el recogimiento contemplativo y el fervor. Los primeros siete modos siguen una línea ascendente, como los pasos de un camino, hacia la comunión con Dios Trinidad: Santo Domingo ora de pie inclinado para expresar la humildad; tendido en el suelo para pedir perdón por sus pecados; de rodillas haciendo penitencia para participar en los sufrimientos del Señor; con los brazos abiertos mirando el crucifijo para contemplar el Amor Supremo; con la mirada al cielo, sintiéndose atraído hacia el mundo de Dios. Los dos últimos modos de rezar, en cambio, sobre los que me gustaría brevemente detenerme, corresponden a dos prácticas de piedad vividas habitualmente por el Santo. En primer lugar la meditación personal, donde la oración adquiere una dimensión aún más íntima, ferviente y serena. Al final de la recitación de la Liturgia de las Horas, y después de la celebración de la Misa, Santo Domingo prolongaba la conversación con Dios, sin establecer un límite de tiempo. Sentado tranquilamente, se recogía en sí mismo en una actitud de escucha, leyendo un libro o mirando al Crucifijo. Vivía tan intensamente estos momentos de relación con Dios que exteriormente se podían apreciar sus reacción de alegría o de llanto. Los testigos dicen que, a veces, entraba en una especie de éxtasis, con el rostro transfigurado, pero poco después emprendía con humildad de nuevo sus actividades diarias, recargado por la fuerza que viene de lo Alto. Luego practicaba la oración durante el viaje entre un convento y otro; rezaba las laudes, la Hora Media, las Vísperas con los compañeros, y, cruzando los valles y las colinas, contemplaba la belleza de la creación. Entonces brotaba de su corazón un himno de alabanza y acción de gracias a Dios por tantos dones, especialmente por la más grande de las maravillas: la redención obrada por Cristo. 

Queridos amigos, santo Domingo nos recuerda que en el origen del testimonio de fe -que todo cristiano debe dar en familia, en el trabajo, en el compromiso social, e incluso en los momentos de distensión-, está la oración; sólo una relación real con Dios nos da la fuerza para vivir intensamente todos los acontecimientos, especialmente los más dolorosos. Este Santo nos recuerda también la importancia de la actitud externa mientras rezamos. Estar de rodillas, de pie delante del Señor, fijar nuestra mirada en el Crucifijo, detenernos y recogernos en silencio, no es una cosa secundaria, sino que nos ayuda a ponernos interiormente con toda nuestra persona, en relación con Dios. Quisiera llamar la atención una vez más sobre la necesidad para nuestra vida espiritual, de encontrar momentos cada día para orar con tranquilidad; será también una manera de ayudar a los que nos rodean para entrar en el círculo luminoso de la presencia de Dios, que trae la paz y el amor que todos necesitamos. Gracias. (Traducción de Eduardo Rubió y Patricia L. Jáuregui Romero)


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domingo, 5 de agosto de 2012

ANGELUS (TEXTO COMPLETO EN ESPAÑOL)




“Jesús se presenta como el «pan de vida» que sacia para siempre.” Expresó el Sucesor de Pedro en su saludo a los peregrinos de lengua española que acudieron a Castel Gandolfo para rezar con él la oración mariana dominical del Ángelus, a las 12 del mediodía. 

No detenerse en el horizonte humano, abrirse al de Dios

“Jesús quiere ayudar a la gente a ir más allá de la satisfacción inmediata de las propias necesidades materiales, que son importantes –expreso el Papa en la reflexión previa a la oración del Ángelus-. Quiere abrir a un horizonte de la existencia que no es simplemente aquel de las preocupaciones cotidianas del comer, del vestir, de la carrera. Jesús habla de un alimento que no se termina, que debemos buscar y recibir.” 

“La multitud no comprende –dijo el Papa-… Jesús, verdadero pan de vida que sacia nuestra hambre de sentido, de verdad, no se puede “ganar” con el trabajo humano; viene a nosotros solamente como don del amor de Dios, como obra de Dios que debemos pedir y recibir”.

Antes de rogar a la Virgen María que sostenga nuestro camino de fe, el Obispo de Roma manifestó: “El Señor nos invita a no olvidarnos que si bien es necesario preocuparse por el pan material que restaura las fuerzas, todavía es más fundamental hacer crecer la relación con él, reforzar nuestra fe en aquel que es el pan de vida, que llena nuestro deseo de verdad y de amor". (RV-jesuita Guillermo Ortiz) 

Texto y audio completo de la reflexión en italiano 

Queridos hermanos y hermanas 

En la liturgia de la Palabra de este domingo continúa la lectura del capítulo 6° del Evangelio de Juan. Estamos en la sinagoga de Cafarnaún en donde Jesús tiene su conocido discurso luego de la multiplicación de los panes. La gente había buscado de hacerlo rey, pero Jesús se había retirado, antes sobre el monte y luego a Cafarnaún. No viéndolo, se había puesto a buscarlo, había salido sobre los barcos para alcanzarlo al otro lado de la orilla del lago y finalmente lo había encontrado. Pero Jesús sabía bien cual era el motivo de tanto entusiasmo en seguirlo y lo dice claramente: “les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse” (v.26). Jesús quiere ayudar a la gente a ir más allá de la satisfacción inmediata de las propias necesidades materiales, aún si son importantes. Quiere abrir a un horizonte de la existencia que no es simplemente aquel de las preocupaciones cotidianas del comer, del vestir, de la carrera. Jesús habla de una comida que no perece, que es importante buscar y acoger. Él afirma: “Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre” (v. 27). 

La multitud, una vez más, no comprende, cree que Jesús pida la observación de preceptos para poder obtener la continuación de aquel milagro, y pregunta: “¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?” (v. 28). La respuesta de Jesús es clara: “La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado” (v. 29) El centro de la existencia, aquello que da sentido pleno y firme esperanza al camino, a menudo difícil, es la fe en Jesús, es el encuentro con Cristo. No se trata de seguir una idea, un proyecto, sino de encontrarlo como una Persona viva, de dejarse implicar totalmente por él y por su Evangelio. Jesús invita a no detenerse en el horizonte humano y abrirse al horizonte de Dios, al horizonte de la fe. Él exige una única obra: recibir el plan de Dios, esto es “Creer en aquel que él ha enviado” (v.29). Moisés había dado a Israel el maná, el pan del cielo, con el cual Dios mismo había alimentado a su pueblo. Jesús no dona cualquier cosa, sino Sí mismo: es Él el “pan verdadero, bajado del cielo”, y es en el encuentro con Él que nosotros encontramos al Dios viviente. “

¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?” (v. 28) pregunta la multitud, pronta para actuar, para que el milagro del pan continúe. Pero Jesús, verdadero pan de vida que sacia nuestra hambre de sentido, de verdad, no se puede “ganar” con el trabajo humano; viene a nosotros solamente como don del amor de Dios, como obra de Dios que debemos pedir y recibir”. 

Queridos amigos, en los días cargados de ocupaciones y de problemas, pero también en aquellos de descanso y de distensión, el Señor nos invita a no olvidarnos que si bien es necesario preocuparse por el pan material y restaurar las fuerzas, aún más fundamental es el hacer crecer la relación con Él, reforzar nuestra fe en Aquel que es el “pan de vida”, que colma nuestro deseo de verdad y de amor. La Virgen María, en el día en el cual se celebra la dedicación de la Basílica de Santa María la Mayor, nos sostenga en nuestro camino de fe. (Traducción del italiano-Claudia Alberto) 

Saludos del Papa después de la plegaria mariana 

Después de la plegaria mariana, como es habitual, el Santo Padre ha saludado en distintas lenguas a los peregrinos presentes en Castel Gandolfo y les ha bendecido particularmente. Estas han sido las palabras en nuestra lengua: 

"Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana, en particular al grupo de fieles de la Diócesis de Albacete. En el evangelio de este domingo Jesús se presenta como el «pan de vida» que sacia para siempre. Que nosotros, al recibirlo en la Eucaristía sepamos permanecer en Él y vivir con Él, acercándonos cada vez más a su gracia santificadora. Confiemos a Nuestra Señora, la Virgen María estos propósitos. Muchas gracias".

Acogiendo a los queridos amigos franceses, el Papa les ha dicho que en el Evangelio de este domingo vemos a una multitud desplazarse para seguir a Jesús. Al igual que ayer, las multitudes de hoy también tienen hambre y sed de comida terrenal y espiritual. Al compartir su Palabra y su Cuerpo, Jesús nos llena y nos satisface. Que la Virgen María les ayude a aceptar este regalo de Dios y les deje transformar, como los Apóstoles en el día de la Transfiguración, con el rostro luminoso de Cristo resucitado! 

Seguidamente, el Santo Padre ha dado la bienvenida a todos los peregrinos y visitantes de habla Inglesa. Benedicto XVI les ha asegurado sus oraciones para que su estancia en Roma les ayude a crecer más cerca del Señor. Luego comentando asimismo el Evangelio de hoy: "Yo soy el pan de la vida. Quien venga conmigo y crea en mí no tendrá nunca hambre ni sed”, les ha instado “a poner nuestra fe y nuestra confianza en Cristo y en sus promesas, para que podamos tener una vida en abundancia”. 

Con alegría gran alegría, el Pontífice saludó asimismo a todos los peregrinos de lengua alemana presentes en Castel Gandolfo, y especialmente a un grupo de monaguillos de la diócesis de Augsburgo. También con ellos el Papa ha comentado el Evangelio de San Juan. «¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?». Y Jesús responde «La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que Él ha enviado». El Papa ha explicado que “Creer en Cristo Jesús es creer en la manera de alcanzar la salvación. Por la fe, nos encontramos con él, que nos da la vida verdadera y el verdadero deseo del corazón humano. Pongámonos en sus manos. 

También para los peregrinos polacos, el Pontífice ha tenido unas palabras de bienvenida y saludo. Tras insistir una vez más en el Evangelio de hoy, les ha recordado que “el tiempo de vacaciones es tiempo de oración”. Y les ha invitado a visitar iglesias y capillas, para adorar y alabar a Cristo, Pan vivo que da sentido a nuestras vidas. 

Un cordial saludo, finalmente, el Papa lo ha dirigido a los peregrinos italianos, en particular a los grupos parroquiales, a las familias y a los jóvenes, con un pensamiento especial para los “Scout” de la parroquia María Santísima del Perpetuo Socorro de Palermo. Queridos amigos, les ha dicho, “esforzaos en responder siempre fielmente a la vocación a la santidad, que Cristo ofrece y dirige a cada cristiano”. (ER - RV)








                               BENDICIÓN DEL SANTO PADRE




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