El Santo Padre Benedicto XVI celebró esta mañana a las 10,30 en la Plaza de San Pedro la tradicional audiencia general de los miércoles a la que asistieron varios miles de peregrinos de numerosos países.
A partir de esta audiencia, además de los locutores habituales en las diversas lenguas se ha incluido uno en árabe, en continuidad con el reciente viaje apostólico a El Líbano, y con la publicación de la Exhortación postsinodal Ecclesia in Medio Oriente dado que el Papa desea manifestar de este modo su incesante interés y apoyo a los cristianos de Oriente Medio, y recordar a todos el deber de rezar y comprometerse por la paz en esta región.
Hablando en italiano el Obispo de Roma recordó que estamos en vísperas de la celebración de los cincuenta años de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II y del inicio del Año de la fe. Por esta razón explicó que con esta catequesis desea comenzar a reflexionar, con algunos breves pensamientos, sobre el gran evento de la Iglesia que ha sido el Concilio, y del que él mismo ha sido un testigo directo.
El Papa también afirmó que el Concilio se nos presenta como “un gran fresco, pintado en su gran multiplicidad y variedad de elementos, bajo la guía del Espíritu Santo”, por lo que como cuando se está frente a un gran cuadro, desde aquel momento de gracia, también hoy seguimos tomando su extraordinaria riqueza y redescubriendo paisajes y fragmentos particulares.
Así resumió Benedicto XVI estos conceptos en nuestro idioma tras agradecer el canto a la Guadalupana que le dedicaron diversos fieles:
Queridos hermanos y hermanas:
En la vigilia en que celebramos los cincuenta años de la apertura del Concilio Vaticano Segundo y el inicio del Año de la fe deseo hablar de este gran evento eclesial. Los documentos conciliares son una brújula que permite a la barca de la Iglesia navegar en mar abierto, en medio de las tempestades o de la calma, para llegar a la meta. Debemos aprender las lecciones más simples y fundamentales del Concilio, a saber: que el cristianismo en su esencia consiste en la fe en Dios y en el encuentro con Cristo, que orienta y guía la vida. Lo más importante hoy, como era el deseo de los Padres conciliares, es que se vea, de nuevo, con claridad, que Dios está presente, nos mira, nos responde; y que, por el contrario, cuando falta la fe en Él, cae lo que es esencial, porque el hombre pierde su dignidad. El Concilio recuerda que la Iglesia tiene el mandato de transmitir la palabra del amor de Dios que salva, para que sea escuchada y acogida aquella llamada divina que contiene en sí las bienaventuranzas eternas. El Concilio es una fuerte invitación a redescubrir cada día la belleza de la fe y a conocerla de modo profundo, para una más intensa relación con el Señor y a vivir auténticamente la vocación cristiana.
Benedicto XVI empezó en esta catequesis una reflexión sobre el Concilio Vaticano II, recordando su intensa vivencia, de joven teólogo, que calificó de «experiencia única», en la que pudo ver una «Iglesia viva – casi tres mil Padres conciliares de todo el mundo reunidos y guiados por el Sucesor del Apóstol Pedro», «un gran fresco, pintado en su gran multiplicidad y variedad de elementos, bajo la guía del Espíritu Santo, cuya extraordinaria riqueza seguimos percibiendo aún hoy».
Tras evocar los Concilios que se han sucedido en la historia de la Iglesia, el Papa se detuvo en el Concilio Ecuménico Vaticano II, destacando las figuras del Beato Juan XXIII y del Siervo de Dios Pablo VI, así como el impulso dado por el Beato Juan Pablo II al magisterio conciliar. En particular, Benedicto XVI citó las 4 Constituciones, puntos cardinales que guían en este tiempo marcado por el olvido de Dios y la sordera ante su palabra de amor a la humanidad:
«Mirando en esta luz la riqueza contenida en los documentos del Vaticano II, quisiera nombrar sólo las cuatro Constituciones, casi cuatro puntos cardinales de la brújula capaz de orientarnos. La Constitución sobre la Sagrada Liturgia Sacrosanctum Concilium nos indica cómo en la Iglesia en primer lugar está la adoración, está Dios, está la centralidad del misterio de la presencia de Cristo. Y la Iglesia, cuerpo de Cristo y pueblo que peregrina en el tiempo, tiene la tarea fundamental de glorificar a Dios, como expresa la Constitución dogmática Lumen gentium. El tercer documento que quisiera citar es la Constitución sobre la divina Revelación Dei Verbum: la Palabra viva de Dios convoca a la Iglesia y la vivifica a lo largo de todo su camino en la historia. Y el modo en que la Iglesia lleva al mundo entero la luz que ha recibido de Dios para que sea glorificado, es el tema de fondo de la Constitución pastoral Gaudium et spes».
Al Saludar en nuestro idioma a los peregrinos procedentes de América Latina y de España el Papa pidió a la Virgen María que nos ayude a llevar a plenitud el deseo de los Padres conciliares con las siguientes palabras:
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los fieles provenientes de España, México, Costa Rica, Argentina, Paraguay, Perú, Guatemala, Colombia, Chile y otros países latinoamericanos. Que la Virgen María, Madre de Cristo y de toda la Iglesia, nos ayude a llevar a plenitud el deseo de los Padres conciliares: que todos puedan conocer el Evangelio y encontrar al Señor Jesús como Camino, Verdad y Vida. Muchas gracias.
(Cecilia de Malak y María Fernanda Bernasconi – RV).
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