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viernes, 19 de octubre de 2012

"EL CUSTODIO DE LA VIDA EN BARCELONA" ANALIZA PROGRESOS CONTRA EL ABORTO



La Gaceta nos daba anteayer los buenos días con este titular: “ El gerente del Hospital Sant Pau dice que el arzobispado permite abortar ”. No parece muy bien intencionada esta noticia. En primer lugar, porque puesto que el arzobispado no “manda” en el hospital, no está en condiciones ni de permitir ni de prohibir. Otra cosa es el consentir. La noticia que ha dado lugar a este titular, es la que sigue: 

El nuevo gerente del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau , Xavier Corbella, conocido gestor sanitario, especialista en medicina interna y profesor de la Universidad Internacional de Cataluña (UIC), declaró a Europa Press que en ese centro se realizan “interrupciones médicas del embarazo en situaciones extremas” con el beneplácito de la representación eclesiástica en el patronato. Para estos casos, el gerente inventó un nuevo término, el de “ interrupciones médicas del embarazo ” –‘aborto médico'-, para distinguirlo de lo que llama “ interrupciones voluntarias ”, que serían las que este hospital ya no practica. 

Según un protocolo interno, el Hospital de Sant Pau realiza abortos “en el caso de enfermedades maternas graves en las que el embarazo puede ser, con alta probabilidad, la causante de un desenlace fatal, justificado con informes detallados y apoyados por literatura científica actualizada”. También se realizaría el aborto en casos de “ anomalía fetal ” que de forma altamente frecuente se asocie con una muerte fetal o neonatal a corto plazo, y también “en aquellos casos de dolencias graves e incurables en las que el desarrollo neurológico impida una vida consciente y de relación con probabilidad de dependencia extrema y persistente”. 

Según el nuevo gerente del Sant Pau, el Arzobispado admite esos abortos: “Este centro no practica la interrupción voluntaria porque tiene esta condición de que en el patronato está la Iglesia y, por tanto, se acoge a la objeción”. Lo que suena sumamente raro es que la Iglesia objete la “interrupción voluntaria del embarazo” (se entiende que por razones doctrinales) y que sin embargo “admita” (no en virtud del magisterio de la Iglesia, sino acogiéndose a la doctrina eugenésica del Instituto Borja) esos abortos que bajo el neologismo de “interrupciones médicas del embarazo” engloban abortos inequívocamente eugenésicos. 

Se ha elaborado pues un protocolo de derivación de las interrupciones voluntarias del embarazo (IVE), después de que el Patronato, en que se encuentra el Arzobispado , aprobara prohibir los abortos voluntarios, si bien acepta (según afirma el gerente del hospital) "interrupciones médicas del embarazo" en situaciones extremas; es decir el “aborto médico”. 

La derivación de casos voluntarios a otros hospitales de la capital catalana ha generado malestar entre los profesionales del servicio de ginecología de los citados centros, tanto por ver aumentada su carga de trabajo como por el hecho de convertirse en centros de referencia en cuestión de aborto, título con el que no se sienten honrados ni los centros ni los profesionales sanitarios, han explicado médicos a Europa Press. 

Preguntado por la cuestión, el Arzobispado se ha remitido a la Consideración del embrión humano, emitida por el Institut Borja de Bioètica de la Universitat Ramon Llull (URL) que entiende sobre situaciones graves extremas. De hecho, el texto del Institut señala: " En caso de conflicto grave, estamos a favor de la decisión responsable - cualquiera que sea, al aborto también - y tomada en conciencia por parte de los afectados" (¿Y cómo toma esa decisión responsable el más afectado de todos, que es el “moriturus”?) . El Instituto admite que en caso de despenalización de la interrupción del embarazo en ciertos supuestos de conflicto grave que hacen prever un futuro de dolor y sufrimiento para los implicados, se comprende la práctica abortiva como un gesto de comprensión y acogida hacia las personas que se encuentran en circunstancias difíciles, concluye. Esperamos que el señor cardenal no se vea en la tesitura de tener que explicar públicamente esta doctrina. 

Hasta aquí los hechos. Parece evidente que en el Hospital de Sant Pau el aborto provocado no se trata con tanta fluidez y desparpajo como anteriormente. Abortos “limitados a casos extremadamente graves”, objeción de conciencia… Sin embargo, permítanme una suspicacia: desde hace dos años, cuando se inició la campaña de denuncia pública, la actitud del hospital ha sido la de negar taxativamente la práctica de abortos. Si antes no reconocían abortos y los hacían, ahora que los reconocen para casos que consideran “extremos” -con la manga ancha que siempre han demostrado-, ¿cuántos no harán que se salgan de la calificación de “extremos”? 

El cardenal está claramente posicionado contra el aborto, de eso no me cabe la menor duda; por eso pongo en tela de juicio el titular de la Gaceta, que nos lo presenta como “autorizando” unas determinadas categorías de abortos en el hospital de San Pablo. Ciertamente parece que no sabe qué hacer para evitarlos; pero de ahí a “permitirlos” va un gran trecho. Con toda seguridad ha realizado gestiones, ha intentado influir en el patronato, pero la tensión que una posición firme puede crear le ha llevado a adoptar un perfil tan bajo que al menos en apariencia roza el abstencionismo. 

Pero es de justicia reconocerle que algo está cambiando gracias a su actuación ante las autoridades políticas y ante la gerencia del hospital. No es suficiente, claro que no; pero no es poco. La presión de la calle, de los medios y del cardenal han hecho que en el hospital de san Pablo no se sientan con el aborto tan ufanos como antes. Hoy no les queda más remedio que ser sumamente restrictivos y cautos. Y pidiendo perdón por los abortos que practican y que presentan como de casos extremos e inevitables. Y de rebote han conseguido que los demás hospitales públicos manifiesten que tampoco ellos se siente especialmente orgullosos por ser catalogados como hospitales de referencia para el aborto. Es la actitud ante el aborto la que está cambiando; es la conciencia colectiva, que es hoy menos abortista que hace unos años. Entre todos estamos empujando este cambio: también el cardenal ha puesto mucho de su parte. ¿Que puede hacer aún mucho más? ¿Que también nosotros podemos y debemos hacer aún más hasta alcanzar el aborto cero? No nos cabe la menor duda. Y confiamos que con la ayuda de Dios seguiremos avanzando en el camino iniciado. 


Custodio Ballester Bielsa, pbro.





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