En la tarde del martes, el Arzobispo de Bruselas, André-Joseph Léonard, fue víctima de un total de cuatro ataques, casi consecutivos, que le dejaron la cara embadurnada de nata. Lo peor de todo es que no era la primera vez. Hace unos meses ya le plantaron un pastel de cereza en el rostro en plena misa. La emboscada a tartazos que sufrió el martes ocurrió en una popular universidad belga. Había sido invitado a participar en un debate sobre la conciliación de ciencia y fe. Todavía no había entrado al edificio docente cuando un joven se le acercó por la espalda y le plantó en la cara el primer pastel. El Arzobispo Léonard reaccionó con tranquilidad y se limitó a limpiarse el rostro. La situación, sin embargo, empeoró en el aula donde estaba previsto el debate. Cuando ya se había sentado, tres jóvenes aparecieron a la carrera y le estamparon con más o menos puntería tres pasteles en la cara. Uno de los autores del ataque se justificó poco después en una radio belga al asegurar que el arzobispo de Bruselas se lo merecía "por todos los homosexuales que no se atreven a decírselo a sus padres y por todas las jóvenes que quieren abortar".
Ha estado en el ojo del huracán casi desde que accedió al cargo el año pasado. Apodado "el Ratzinger belga" por su perfil conservador, tuvo que hacer frente en septiembre a la difusión de una investigación independiente que documentó 475 casos de abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia entre los años 1960 y 1980. El Arzobispo de Bruselas prometió tras las denuncias que se volcarían en la atención a las víctimas.
A la vista está que en Europa corren tiempos difíciles para la Iglesia. ¿Se preocupan los responsables políticos por impedir que esos actos se sigan repitiendo?
¡Basta de ataques a la Iglesia!
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