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viernes, 30 de marzo de 2012

¿CÓMO DAR SEPULTURA AL CUERPO DE LOS DIFUNTOS?
















La Iglesia dice «no» al esparcimiento de las cenizas del difunto

No se opone a la cremación pero sigue considerando que la sepultura del cuerpo es la forma más coherente con la fe cristiana

La Conferencia Episcopal Italiana ha presentado la nueva edición en lengua italiana del «Rito de las exequias», publicada por la Librería Editrice Vaticana, en la que consideran que la cremación queda concluida cuando se deposita la urna en el cementerio, y afirman que la posibilidad en algunas legislaciones de esparcir las cenizas produce «no pocas perplejidades sobre su plena coherencia con la fe cristiana».

«Aunque algunas legislaciones permiten esparcir las cenizas en la naturaleza o conservarlas en lugares diversos del cementerio, «estas prácticas producen no pocas perplejidades sobre su plena coherencia con la fe cristiana, sobre todo cuando remiten a concepciones panteístas o naturalistas», indica el nuevo ritual.

Además, el miembro de la Oficina Litúrgica nacional de la Conferencia Episcopal Italiana, monseñor Angelo Lameri, ha explicado que el tema de la 'cremación' se ha colocado en un apéndice aparte para subrayar que la Iglesia, «aunque no se opone a la cremación de los cuerpos cuando no se hace 'in odium fidei', sigue considerando que la sepultura del cuerpo de los difuntos es la forma más adecuada para expresar la fe en la resurrección de la carne así como para favorecer el recuerdo y la oración de sufragio por parte de familiares y amigos».

Según se indica en este capítulo, excepcionalmente, los ritos previstos en la capilla del cementerio o ante la tumba se pueden celebrar en el lugar mismo de la cremación y se recomienda también el acompañamiento del féretro a dicho lugar, según ha informado el Vaticano.

En el momento de cerrar el ataúd
Esta segunda edición del rito también se refiere al momento de la visita a la familia, que no se contemplaba en la edición anterior. En este sentido, monseñor Lameri ha explicado que «para un sacerdote, es un momento para compartir el dolor, escuchar a los familiares afectados por el luto, y conocer algunos aspectos de la vida de la persona difunta con el fin de ofrecer un recuerdo correcto y personalizado durante la celebración de las exequias».

Además, se proponen nuevos textos para pronunciar en el momento de cerrar el ataúd, adecuados a diversas situaciones: para una persona anciana, para una persona joven, para quien ha muerto inesperadamente, etcétera. Asimismo, se ha añadido una amplia propuesta de formularios para la oración de los fieles.

Según ha señalado el presidente de la Comisión Episcopal para la Liturgia, monseñor Alceste Catella, este libro «atestigua la fe de los creyentes y el valor del respeto hacia los difuntos, el respeto por el cuerpo humano incluso cuando ya no tiene vida».

«Testimonia la fuerte exigencia de cultivar la memoria, de tener un lugar cierto en el que deponer el cadáver o las cenizas, en la certeza profunda de que ésto es auténtica fe y humanismo auténtico», ha concluido.











Fuente texto: ABC

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