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sábado, 17 de marzo de 2012

EL GRAN SECRETO: LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA













Un español inventa una bombilla que dura toda la vida


El ingenio está fundamentado en la famosa bombilla de un cuartel de bomberos de California que lleva 111 años encendida.


La bombilla más famosa del mundo se encuentra en un cuartel de bomberos de Livermore, California, donde lleva 111 años brillando sin haberse apagado por si sola ni una sola vez. De 60 vatios (aunque en la actualidad su potencia no supera los cuatro), ha suscitado la curiosidad de los científicos por aguantar tanto tiempo encendida. La luminaria centenaria, que ha entrado en el Guinnes de los Récords, ha sido estudiada por un empresario español para fabricar una bombilla que, según asegura, dura toda la vida. El ingenio LED se basa en la no obsolescencia programada, es decir, que el producto no está diseñado para estropearse al cabo de un tiempo calculado. Benito Muros, el creador, asegura que la bombilla es ecológica, no genera residuos y encima permite ahorrar un 92% en la factura de la luz.


La bombilla de California


El empresario, presidente de la compañía OEP Electrics con sede en Barcelona, y un equipo internacional de ingenieros son los responsables del desarrollo de la bombilla sin fecha de caducidad, que ha requerido diez años de investigación. Muros incluso viajó a Livermore para estudiar la rareza del parque de bomberos. Allí contactó con descendientes y conocidos de los creadores de la bombilla, pero no existía documentación al respecto. Sin embargo, consiguió algunos conocimientos en los que fundamentar su investigación.


Muros garantiza que la bombilla «puede durar toda la vida, 100 años sin problemas», en el caso de que la instalación eléctrica sea la adecuada y esté bien mantenida. La clave de su durabilidad es el uso de hierro sin carbono en sus componentes electrónicos. «El carbono produce microrroturas que al final terminan por fundir la bombilla», explica a ABC.es. «Muchos fabricantes dicen que sus bombillas pueden durar 1.000, 1.500 o 5.000 horas, pero nadie pone delante a un notario a contar esas horas». En realidad, Muros no ha fabricado una bombilla sino toda una línea de iluminación que cubre desde las necesidades de los hogares hasta las farolas de la calle. Una de sus bombillas para una vivienda particular, equivalente a una de 60 vatios, consume solo 6 y cuesta 26 euros. Lógicamente, es bastante más cara que una tradicional, pero «tiene un precio muy ajustado para una LED». La fabricación «es muy compleja, tiene un proceso muy manual», afirma Muros, que asegura que su producto es único en el mundo.


Contra la obsolescencia programada


La intención de este inventor de origen cordobés es fabricar productos que no sean caducos. «En la actualidad, muchos fabricantes diseñan sus productos con obsolescencia programada, es decir, los objetos están programados para que se vuelvan inservibles después de un tiempo», señala. «Queremos crear un movimiento para incentivar que otros fabricantes se olviden de la obsolescencia programada. La crisis actual tiene que ver con una forma socieconómica basada en eso, que hace que cuando la gente acaba de pagar un televisor, un frigorífico o cualquier producto electrónico, este ya se estropea y tiene que volver a comprar otro y endeudarse».

La nueva bombilla que jamás se apaga, según aseguran desde OEP Electrics, no genera residuos y, al mismo tiempo, permite un ahorro energético de hasta un 92% y emite un 70% menos de CO2.


EL VÍDEO QUE CAMBIA LAS CONCIENCIAS



Baterías que se 'mueren' a los 18 meses de ser estrenadas, impresoras que se bloquean al llegar a un número determinado de impresiones, bombillas que se funden a las mil horas... ¿Por qué, pese a los avances tecnológicos, los productos de consumo duran cada vez menos?


Rodado en Catalunya, Francia, Alemania, Estados Unidos y Ghana, Comprar, tirar, comprar, hace un recorrido por la historia de una práctica empresarial que consiste en la reducción deliberada de la vida de un producto para incrementar su consumo porque, como ya publicaba en 1928 una influyente revista de publicidad norteamericana, "un artículo que no se desgasta es una tragedia para los negocios".


El documental, dirigido por Cosima Dannoritzer y coproducido por Televisión Española, es el resultado de tres años de investigación, hace uso de imágenes de archivo poco conocidas; aporta pruebas documentales y muestra las desastrosas consecuencias medioambientales que se derivan de esta práctica. También presenta diversos ejemplos del espíritu de resistencia que está creciendo entre los consumidores y recoge el análisis y la opinión de economistas, diseñadores e intelectuales que proponen vías alternativas para salvar economía y medio ambiente.


Una bombilla en el origen de la obsolescencia programada


Edison puso a la venta su primera bombilla en 1881. Duraba 1500 horas. En 1911 un anuncio en prensa española destacaba las bondades de una marca de bombillas con una duración certificada de 2500 horas. Pero, tal y como se revela en el documental, en 1924 un cártel que agrupaba a los principales fabricantes de Europa y Estados Unidos pactó limitar la vida útil de las bombillas eléctricas a 1000 horas. Este cártel se llamó Phoebus y oficialmente nunca existió pero en Comprar, tirar, comprar se nos muestra el documento que supone el punto de partida de la obsolescencia programada, que se aplica hoy a productos electrónicos de última generación como impresoras o iPods y que se aplicó también en la industria textil con la consiguiente desaparición de las medias a prueba de carreras.


Consumidores rebeldes en la era de Internet


A través de la historia de la caducidad programada, el documental pinta también un fresco de la historia de la Economía de los últimos cien años y aporta un dato interesante: el cambio de actitud en los consumidores gracias al uso de las redes sociales e Internet. El caso de los hermanos Neistat, el del programador informático Vitaly Kiselev o el catalán Marcos López, dan buena cuenta de ello.


África, vertedero electrónico del primer mundo


Este usar y tirar constante tiene graves consecuencias ambientales. Tal y como vemos en este trabajo de investigación, países como Ghana se están convirtiendo en el basurero electrónico del primer mundo. Hasta allí llegan periódicamente cientos de contenedores cargados de residuos bajo la etiqueta de 'material de segunda mano' y el paraguas de una aportación para reducir la brecha digital y acaban ocupando el espacio de los ríos o los campos de juego de los niños.



Más allá de la denuncia, el documental trata de dar visibilidad a emprendedores que ponen en práctica nuevos modelos de negocio y escucha las alternativas propuestas por intelectuales como Serge Latouche, que habla emprender la revolución del 'decrecimiento', la de la reducción del consumo y la producción para liberar tiempo y desarrollar otras forma de riqueza, como la amistad o el conocimiento, que no se agotan al usarlas.











Fuente textos:  ABC / RTVE /El Economista

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