Mn. Raúl Berzosa recientemente ha sido nombrado obispo de Ciudad Rodrigo (España).
«Mis antecesores, han hecho mucha “pastoral de la zapatilla”, del tú a tú, de conocer a la gente por nombre y apellidos, y quiero hacer como ellos», explica.
Que sea una diócesis rural no plantea, según él, grandes diferencias a la hora de afrontar la «nueva evangelización» que pide el Papa. «Necesitamos testigos, comunidades cristianas de verdad, porque como dice Benedicto XVI, sólo los hombres y las mujeres tocados por Dios abrirán la mente y el corazón de sus contemporáneos. Luego hacen falta también procesos serios de iniciación cristiana, que se responsabilice la familia y la comunidad. Así podemos ofrecer alternativas creativas de solidaridad y cultura cristiana, cultura de la vida y la comunión», propone. Pero no vale cualquier creatividad: «la renovación ha de ser desde la fidelidad, una creatividad que no invente de cero, sino desde la tradición. La tradición de la Iglesia no es un museo con cosas muertas del pasado, sino que el Espíritu Santo la renueva».
El obispo habla de su hermana menor, Sor Verónica, la abadesa de Lerma y fundadora de «Iesu Communio», dice directamente que «es más buena, más importante y más inteligente que yo». Cuando hablan de temas de liderazgo y pastoreo, «mi hermana me repite, y yo a ella, que las cosas de Dios hay que tomarlas sin prisa y orarlas; lo más urgente puede esperar a pasar por oración». Para discernir y gobernar, explica, es bueno conocer el tema de primera mano y tener buenos consejeros: «Cristo pasó toda una noche en oración y convivió con muchos antes de elegir a sus compañeros. Hay que convivir, orar, celebrar, comer juntos, hablar. Así se hace todo lo humano que no sea mero mercantilismo».
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