Entrevista con Massimo Introvigne, representante de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) para la lucha contra la discriminación de los cristianos. «La información es fundamental, pero muy a menudo se nos indican los perseguidores con eufemismos»
«La intolerancia y la discriminación son los primeros dos estadíos de un plano inclinado que lleva a la persecución». Partiendo del congreso organizado por el Patriarcado de Moscú, con el patrocinio de la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre, el sociólogo Massimo Introvigne -fundador y director de Cesnur (Centro de Estudios sobre las Nuevas Religiones) y representante de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) para la lucha contra la discriminación de los cristianos- habló con ACS-Italia sobre cristianofobia y libertad religiosa. Con una particular atención hacia la recopilación de los datos sobre los crímenes que provoca el odio y la importancia de no quedarse en silencio. Porque si las víctimas son «simpáticas por definición», demasiado a menudo nos indican a los perseguidores con eufemismos o con metáforas. «Tanto, que a veces parece que los cristianos se persiguen solos».
Profesor Introvigne, hace pocos días se hablaba sobre libertad religiosa y crímenes contra los cristianos en dos importantes encuentros internacionales en Moscú y en Estambul. También fueron organizados otros encuentros en ocasión de la reunión anual de los 56 ministros del exterior de la OSCE en Lituania. ¿Qué tan importante es la información sobre los crímenes en contra de los cristianos?
Los encuentros citados –algunos con exponentes de la sociedad civil de los países involucrados en las llamadas “primaveras árabes”– nos permitieron identificar en la información uno de los problemas centrales en la lucha en contra de las discriminaciones y las persecuciones de los cristianos. Donde sea, se escuchan con interés las historias de las víctimas y se les expresa simpatía, a menudo con sincera conmoción. Las víctimas son, por definición, simpáticas. Pero hay mucha mayor reticencia en identificar con claridad a los perseguidores, con nombre y apellidos. A menudo se trata de socios económicos o de países potentes política o militarmente, que no habría que molestar. Y se recurre a eufemismos o metáforas que, a menudo, dan la impresión de que los cristianos se persiguen solos.
En su participación en el encuentro de Moscú, usted dijo que si se sigue callando, Europa podría naufragar moral y espiritualmente, situación «más dañina incluso que la crisis económica”. ¿Cómo se puede evitar?
Me inspiré en la exposición sobre la pintura italiana del siglo XIX del Hermitage de San Petesburgo, indicando que uno de los temas que pasaron de la pintura italiana a la rusa: el naufragio. Si se sigue callando la persecución de los cristianos por miedo de ofender a los perseguidores –que tal vez nos ofrecen petróleo o compran nuestros bonos del tesoro– Europa corre el riesgo, en efecto, de un naufrago moral. Hay muchas iniciativas que se pueden tomar a nivel diplomático, pero la primera de ellas debe ser el no callar y ofrecer información fiable.
En los dos días en Rusia, surgió, de hecho, la necesidad de crear un centro que monitorée y que recopile datos sobre la discriminación en contra de los cristianos, con el que colaborarían activamente las instituciones eclesiásticas
En cuanto a la recopilación de los datos sobre los crímenes que provoca el odio, incluidos los crímenes contra los cristianos, la OSCE ya tiene un mecanismo proprio, que funciona bien cuando los estados que participan envían regularmente los datos. Pero no todos los hacen, desgraciadamente. Y después, hay iniciativas no gobernativas que ofrecen cifras constantemente actualizadas y muy confiables, y que hay que valorar. Desde este punto de vista, me parece que hay que subrayar el importante aporte que ofrece Ayuda a la Iglesia que Sufre, en particular con sus informes periódicos sobre la libertad religiosa en el mundo.
El patriarca Kirill deseó que también se instituya un mecanismo completo y eficaz para proteger a las comunidades cristianas y a los cristianos, mediante la creación de un órgano en las Naciones Unidas. ¿Cuáles deberían ser las funciones de dicho órgano?
Pude discutir sobre el posible órgano con algunos representantes del Patriarcado de Moscú. Debo precisar que la idea ha encontrado algunas negativas por parte de la ONU, que preferiría que se ocupara de ello la UNESCO. Según el primado de la Iglesia rusa, debería tratarse de un órgano de coordinación y de vigilancia capaz de involucrar, no solo la voz de los cristianos, pero también la de todas las víctimas de discriminación y persecución religiosa. Claramente –y el Patriarcado está consciente de ello– hay que evitar todo tipo de relativismo. No se debe tratar de una ONU “de las religiones”, sino de un órgano que se concentre en la discriminación y en la persecución religiosa, y sobre los modos jurídicos y diplomádicos para prevenirlas y combatirlas.
Usted fue nombrado este año representante de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) para la lucha contra la discriminación de los cristianos. Su presencia y la de los dos representantes en contra del antisemitismo, el rabino Andrew Baker, y de la islamofobia, el senador Adil Akhmetov, demuestran la atención del presidente Ažubalis por el tema de la libertad religiosa. ¿Cómo valora lo que se ha hecho en 2011?
Según monseñor Dominique Mamberti –secretario vaticano para las Relaciones con los Estados–, este año la OSCE obtuvo «excelentes resultados» en la lucha contra las persecuciones de los cristianos. Y, a pesar de que la atención mundial se limite a las discusiones entre Hillary Clinton y el ministro ruso Sergei Lavros sobre la irregularidad de las elecciones en Rusia, durante las iniciativas de la OSCE en Vilnius hubo muchas referencias interesantes a la libertad religiosa. En esa ocasión, la Secretario de Estado estadounidense pidió a los gobiernos elegidos tras las “primaveras árabes” que respetaran a las minorías religiosas. Yo mismo he indicado muchas veces que en el norte de África los cristianos no se acontentan con la simple tolerancia. Y considero que es urgente proteger también los lugares de culto, sobre todo los de las minorías. Puede parecer un objetivo secundario, pero no es así. Muchos países del área de la OSCE apoyan la idea de una convención internacional para proteger los edificios de culto y los cementerios. Porque los que destruyen las iglesias quieren destruir el alma de las comunidades cristianas, y los que tratan de matar el alma no respetarán tampoco ni el cuerpo ni la vida de los cristianos.
En Moscú, el Metropolita Hilarion –representante de la Iglesia ortodoxa rusa en las Instituciones europeas– indicó que el rechazo europeo de su identidad cristiana es una de las causas de la persecución contra los cristianos y criticó el “espíritu políticamente correcto” de algunos políticos europeos que se concentran más en la inadmisibilidad del antisemitismo y de la islamofobia, que en la discriminación de los cristianos. ¿Está de acuerdo?
Hasta que nadie quiera poner en el mismo plano las masacres en Egipto o en Paquistán y los episodios europeos en los que las Iglesias cristianas se ven ridiculizadas o marginadas, en Europa hay cada vez más casos de intolerancia y de discriminación contra los cristianos. Un punto sobre el que insistieron especialmente tanto el Patriarca Kirill como el Metropolita Hilarion, y recordaron la intención de sacar el crucifijo de las aulas escolares italianas. No me parece prudente contraponer la lucha al antisemitismo y contra la intolerancia y la discriminación contra los musulmanes con la de los derechos de los cristianos. La OSCE, mediante sus tres representantes, trata de mostrar que estas tres luchas son igualmente importantes incluso desde el punto de vista político-diplomático.
¿Cuáles son las formas de discriminación en el mundo occidental?
Como recordó durante el encuentro de Moscú monseñor Erwin Josef Ender, el Papa ha hecho suya la expresión «cristianofobia», acuñada por el abogado hebreo estadounidense Joseph Weiler, justo a propósito de occidente. Benedicto XVI ha indicado muchas veces que, al dirigir nuestra mirada «de Oriente a Occidente», uno se encuentra frente a otros tipos de amenazas en contra del pleno ejercicio de la libertad religiosa. Hay países en los que se subraya el pluralismo y la tolerancia, en los que, sin embargo, la religión sufre una mayor marginación y se considera un factor extraño en la sociedad moderna e, incluso, desestabilizador. Como sucede con las limitaciones a las objeciones de conciencia en materia de aborto, se llega a pretender que los cristianos actúen contra sus convicciones religiosas y morales. La “cristianofobia” también se manifiesta en las amenazas a la libertad de educación y en la aversión administrativa en las escuelas cristianas. Por ejemplo, en los países europeos en los que se impone la participación en cursos de educación sexual o civil que transmiten conceptos de la persona y de la vida presuntamente neutras, pero que en realidad reflejan una antropología que va en contra de la fe y de la justa razón.
La intolerancia es un hecho cultural y la discriminación un dato jurídico. Pero son los dos primeros estadíos de un itinerario que se desliza por un plano inclinado y que, si no se frenan a tiempo, llegan fatalmente a la tercera etapa, que es la de la violencia y la persecución.
V.I./Marta Petrosillo
Roma
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