Xavier Novell, el obispo más joven de España, cree que la Iglesia necesita valentía para poder llegar a la gente
Monseñor Xavier Novell i Gomà (Lleida, 1969) no solo es el obispo más joven de España, sino también de los sacerdotes que forman parte de su propia diócesis, la de Solsona. Para él este detalle no supone más que una anécdota. «Espero no destacar solo por eso», bromea al recibir a ABC en la sede de la Conferencia Episcopal para esta entrevista.
—Su nombramiento fue noticia, ¿cree que su juventud es un síntoma de que algo está cambiando para bien dentro de la Iglesia?
—Muchos de mis compañeros fueron nombrados siendo tan jóvenes o más que yo. El cardenal de Madrid, que nadie se acuerda, tenía 40 años. Mi teoría es que pertenezco a una generación que sufrió más el post concilio y la secularización de sacerdotes. Por tanto no hay una cierta cantidad de gente en la que poder hallar candidatos para obispos.
—Una de sus primeras medidas al frente de su diócesis fue audaz. En aquellas parroquias donde no se lograra reunir al menos doce fieles el sacerdote puede suspender la misa...
—Es una reflexión que llevamos a cabo sobre todo porque esa situación ya se produce. Hay muchas pequeñas parroquias donde no hay fieles el domingo y lo que sucede es que algunos sacerdotes les cuesta dar el paso de reducir el número de eucaristías.Me parecía que había que reflexionar sobre ello y ayudar a los párrocos a tomar la iniciativa y al final darles como una pista, un consejo. Ahora cada párroco tiene que decidir si la aplica.
—¿Qué puede aportar su juventud a la Iglesia española en estos momentos de fuerte descristianización?
—Lo que puedo aportar no está condicionado por mi edad, pero sí creo que junto a mis compañeros más jóvenes aquí en la Conferencia Episcopal podemos ofrecer audacia ante estos momentos no tan fáciles. La audacia supone no tener miedo a los cambios y tener la valentía de ver que no podemos continuar siendo la Iglesia que hemos sido hasta ahora porque la situación es muy diferente. Solo podemos ser fieles a Jesucristo si tomamos conciencia de que la sociedad ha cambiado muchísimo y tenemos que cambiar.
—¿A qué se refiere con «cambiar»?
—Muchísima gente interpreta que la Iglesia debe cambiar la moral, adaptarse más al mundo. No. Quiere decir emprender una labor evangelizadora de nuevo ardor, de nuevos métodos, de nuevo lenguaje para desde allí llegar a los corazones de la gente para atraerlos a Cristo y que su vida sea renovada.
—A usted lo hemos visto con Andreu Buenafuente en la Sexta. Una imagen poco usual entre los obispos, ¿la Iglesia le tiene miedo al lenguaje de la cultura actual?
—Al lenguaje de la cultura moderna no, a medios que pretenden presentar una imagen falsa y tendenciosa de la Iglesia, sí. Ceo que ningún medio es inadecuado para la presencia de la Iglesia siempre que no se caiga en el riesgo de prestarse a entrevistas que uno sabe que van a buscar objetivamente el morbo o una visión absolutamente sesgada.
—¿Cree que con este nuevo Gobierno se acabará este ambiente antifamilia y hostil hacia la manifestación de la fe en el espacio público?
—Confío que así sea, pero no tengo esperanza porque a mí no me consta que el partido que ha ganado las elecciones tenga un programa en ese sentido, en el sentido de una recuperación moral. Hay que desear que sea así porque harían un gran favor a la sociedad, si el Gobierno, los medios de comunicación, los intelectuales, la Iglesia hiciéramos una reflexión crítica sobre nuestras responsabilidades en la situación moral de nuestra sociedad e hiciéramos algo para remediarlo.
ABC
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