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lunes, 8 de agosto de 2011

LA JMJ DE LAS REDES SOCIALES


«Las nuevas tecnologías han cambiado la JMJ»

La revolución tecnológica y la explosión de las redes sociales han hecho que la de Madrid sea la JMJ 2.0. Los jóvenes que acuden a este encuentro de fe han adoptado una nueva forma de comunicar que los diferencia de las generaciones anteriores. «Hace 20 años quien participaba en este evento lo hacía de manera muy distinta», cuenta monseñor Paul Tighe, secretario del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales. «Ahora existe la posibilidad de ser informador de la JMJ, de crear nuevas noticias y de formar comunidad».


–Internet ha sido protagonista en los discursos del Papa en las últimas Jornadas Mundiales de las Comunicaciones Sociales. Al principio se advertía mucho de sus riesgos pero ahora también se dice que es una oportunidad. ¿Cómo se ve la Red desde el Vaticano más allá de estas consideraciones?


–Desde el principio hemos visto la potencialidad que tiene para ayudar a la Iglesia en su misión de comunicar. Ha estado en el centro de nuestras preocupaciones por el hecho de la transformación cultural que estamos viviendo a través de las nuevas tecnologías. No es sólo una transformación técnica, es un gran cambio cultural. Entre los jóvenes, sobre todo, está cambiando el modo de comunicar y el contenido. Como dijo Benedicto XVI en su mensaje de este año con motivo de las Jornadas Mundiales de las Comunicaciones Sociales, no estamos hablando de una nueva manera de comunicar, sino de un cambio en la realidad de la comunicación. Por eso el Papa ha dedicado tanta atención a internet y a todos los fenómenos que conlleva. Ha pedido a la Iglesia a nivel local que reflexione y aproveche estas transformaciones.



–Hay obispos y cardenales que ven la comunicación en general e internet en particular con miedo.

–Para una generación que empezó a comunicar con otras técnicas, en otros tiempos, el desafío es muy grande. Se debe al hecho de que las plataformas técnicas y los ritmos de comunicación han cambiado. Estamos acostumbrados a tener tiempo para reflexionar. En el mundo de hoy la comunicación exige que reacciones de forma inmediata. En esta preocupación de aquellos que son algo más mayores hay un punto significativo. Debemos estar atentos para no perder valores importantes que hemos tenido siempre. Lo que hace falta es un diálogo entre los que han crecido con las nuevas tecnologías y mi propia generación, que necesita analizar y entender estas novedades. Este diálogo es positivo. Hay experiencia entre los que somos algo más mayores. Sabemos que algunas cosas exigen tiempo. Hay que reflexionar antes de responder aunque la tecnología te exija que lo hagas de forma inmediata. Es también responsabilidad nuestra en este Pontificio Consejo ayudar a los cardenales y obispos para que entiendan lo que está cambiando y aprecien así las oportunidades y potencialidades. Hace poco el Pontífice recibió a los miembros de la unión de televisiones europeas y habló de manera muy positiva de las nuevas tecnologías. Es una elección del propio Papa, que anima a la Iglesia a no tener miedo a estas tecnologías y a aprovecharlas.



–Una oportunidad en ese sentido puede ser la Jornada Mundial de la Juventud. ¿Piensa que será la JMJ de las nuevas tecnologías?

–La JMJ está pensada para personas que van de los 16 a los 30 años, más o menos. Se trata de jóvenes que viven en el mundo digital. La JMJ está presente en ese mundo. Sus organizadores han hecho muchísimas iniciativas en ese sentido. Han entendido que las nuevas tecnologías no sólo sirven para difundir información, sino sobre todo para crear comunidad. Hace 20 años un joven que participaba en una JMJ lo hacía de forma muy distinta a como lo hace hoy. Ahora tiene la posibilidad de ser informador de la JMJ, de crear nuevas noticias y de formar comunidad. Hay un esfuerzo grande por intentar entender la dinámica de las comunidades en internet. Ahí estamos viendo una Iglesia que está cada vez más atenta en este mundo.


–¿Está colaborando el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales en este campo con los organizadores de la JMJ?
 

–El Pontificio Consejo tiene un óptimo conocimiento de diversas iniciativas y contactos que existen en el mundo de hoy e intentamos ponerlas en contacto para crear redes que, por ejemplo en este caso, apoyen a la JMJ. Nuestro sitio Pope2You.net, que promueve eventos en la vida del Papa, está hoy centrado en la JMJ. Ayudará a dar a conocer y a compartir esta experiencia con aquellos que no puedan viajar a Madrid. Estamos también colaborando con un foro para compartir experiencias y con la iniciativa del episcopado estadounidense de hacer una peregrinación virtual a Madrid. A veces las iniciativas mejores vienen de la base. Nosotros ofrecemos apoyo y contactos para que se desarrollen.


–Una iniciativa interesante ha sido el reciente encuentro de «blogueros». ¿Qué balance hace del mismo?
 

–Ha sido un éxito porque no miramos muy alto. Muchas veces hacemos encuentros con periodistas, profesores, expertos... pero nunca lo habíamos hecho con «blogueros». Desde que  empezamos con este encuentro vimos que los «blogueros» tienen un sentido de pertenencia a una comunidad. Da igual que sean más progresistas o conservadores, que quieran hablar con todo el mundo o sólo con otros católicos... todos tienen un sentido de comunidad. Es importante que por primera vez todos estos «blogueros» se hayan encontrado físicamente. Ellos han hablado de su propia experiencia en sus «blogs». Al principio hemos querido escucharles, saber qué significa para ellos estar presentes en este mundo y cuáles son sus inquietudes. Más tarde hemos presentado las iniciativas nuestras en este campo. Ha dado muchos frutos.



–Cualquiera puede escribir un «blog», mientras que para trabajar en un medio de comunicación clásico hace falta una formación específica. Ahora que tanta gente se informa a través de los «blogs», ¿qué riesgos piensa que afronta la información religiosa ante esta situación?
 

–Es otro modo de formación. Un periodista tradicional ha tenido tiempo para aprender. Está claro que cualquiera puede abrir un «blog», pero hay un proceso importante. Si un «bloguero» quiere crear atención debe establecer un diálogo con otros. Si una persona sólo quiere hablar y desahogarse sin escuchar ni dialogar, no tendrá atención. Los «blogs» de éxito entran en contacto con sus lectores y con otros «blogs». Hay un proceso de maduración. Si se habla de forma equivocada hay una reacción. Si una persona quiere dialogar en su «blog» tiene que estar atento a esto.



–¿Y qué riesgos supone esta situación?
 

–El riesgo más grande es que con estos nuevos medios no existe el filtro que hay en la Prensa tradicional. Ya no existe la figura del redactor jefe que elige los temas y vigila la calidad de la información. En internet se pueden leer cosas claramente equivocadas o que son  propaganda. Hay dos formas de reaccionar ante esta situación. Una es corregir todos los errores que hay en internet, lo que es imposible. La otra es generar contenidos en los que se pueda confiar y animar a la gente a que encuentre allí información. Es difícil encontrar un modo para identificar esta presencia de manera clara. La Iglesia necesita crear sitios web que ayuden a la gente a encontrar información fidedigna en internet. Un ejemplo de ello es nuestro nuevo portal news.va.








La Razón

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