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martes, 13 de diciembre de 2011

APRENDIZAJE ANTES DEL NACIMIENTO















¿Cuándo empieza el aprendizaje? El aprendizaje empieza mucho antes de lo que muchos de nosotros nos hubiéramos imaginado: en el vientre.


Me sorprendí como cualquiera cuando supe eso por primera vez. Escribo sobre ciencia, y mi trabajo es buscar en las turbias profundidades de las publicaciones académicas, indagando algo nuevo y atractivo, una idea brillante que llame mi atención.


Desde hace unos años, empecé a notar una deslumbrante variedad de hallazgos sobre el periodo prenatal. Esos descubrimientos estaban generando considerable emoción entre científicos, incluso si revertían creencias establecidas sobre el momento en que empezamos a absorber y a responder a la información en nuestro entorno. Como periodista de ciencia, y como madre, tenía que saber más.


Esta investigación, descubrí, es parte de un floreciente campo conocido como “orígenes fetales” y está volviendo al embarazo en algo que nunca había sido: una frontera científica. La obstetricia fue en algún momento una especialidad médica dormida, y la investigación sobre el embarazo era campo quieto. Ahora, los nueve meses de gestación son el centro de intensos interés y emoción, son el tema de un número creciente de artículos, libros y conferencias.


El resultado es esto: mucho con lo que una mujer embarazada se encuentra en su vida diaria –el aire que respira, la comida y las bebidas que consume, los químicos a los que está expuesta, incluso las emociones que siente- es compartido de alguna forma con su feto. Esas cosas forman  una mezcla de influencias tan individuales e idiosincráticas como la misma mujer. El feto asume esas contribuciones maternas como información, o lo que me gusta llamar postales biológicas del mundo exterior.


Al atender esos mensajes, el feto aprende a responder preguntas cruciales para su supervivencia: ¿Nacerá en un mundo de abundancia o de escasez? ¿Estará seguro y protegido, o enfrentará constantes peligros y amenazas? ¿Tendrá una vida larga y fructífera o una corta y hostil?


La dieta y el nivel de estrés de la mujer embarazada proveerán pistas importantes sobre las condiciones que lo rodean, son un dedo levantado al viento. Los cambios resultantes en el cerebro del feto y otros órganos son parte de lo que les da a los humanos su enorme flexibilidad, su habilidad de prosperar en ambientes tan variados como la fría tundra en Siberia y los pastizales en la sabana en África.


El reconocimiento de que el aprendizaje en realidad empieza antes del nacimiento nos lleva a una nueva e impactante concepción del feto, de la mujer embarazada y de la relación entre ambos.


El feto, sabemos ahora, no es una mancha inerte, sino una criatura activa y dinámica, respondiendo y adaptándose mediante se prepara para la vida en el mundo particular al cual entrará. La madre no es una incubadora pasiva y tampoco es una fuente de daño inminente para su feto, sino una poderosa y con frecuencia positiva influencia sobre su hijo antes de que nazca. Y el embarazo no es una espera de nueve meses del gran hecho del nacimiento, sino un periodo crucial en sí mismo, “un periodo de montaje o puesta en escena para el bienestar y las enfermedades posteriores en la vida”, como lo dice un científico.


Este periodo crucial se ha vuelto un prometedor nuevo objetivo en la prevención y aumenta las esperanzas de superar los flagelos de la salud pública como la obesidad y los problemas del corazón mediante intervención antes del nacimiento. Al “enseñar” a los fetos las lecciones apropiadas mientras están en el útero, potencialmente podemos terminar con los vicios cíclicos de pobreza, debilidad y enfermedad e iniciar ciclos virtuosos de salud, fortaleza y estabilidad.


¿Así que cómo una mujer embarazada puede comunicar a su feto lo que necesita saber?


Si estás embarazada, come pescado –como sugieren los científicos- pero asegúrate que sea del tipo bajo en mercurio: los ácidos grados omega tres en la comida de mar están asociados con mayor inteligencia verbal y mejores habilidades sociales en los niños. Haz ejercicio: investigaciones sugieren que los fetos se benefician de la actividad física de su madre. Protégete de las toxinas y de los contaminantes, que están relacionados con defectos de nacimiento y menor coeficiente intelectual.


No te preocupes mucho por el estrés: las investigaciones muestran que un estrés moderado durante el embarazo está asociado son desarrollo cerebral acelerado del bebé. Busca ayuda si piensas que puedes estar sufriendo de depresión: los bebés de mujeres depresivas son más propensos a nacer antes y tener poco peso al nacer, y pueden ser más irritables y tener más problemas para dormir. Y –este es mi consejo favorito- come chocolate: está asociado con menor riesgo de sufrir de una condición de alta presión arterial conocida como preeclampsia.


Cuando sostenemos a nuestros bebés por primera vez, los imaginamos limpios y nuevos, sin marcas de vida, pero de hecho ellos ya han sido formados por el mundo y por nosotras. Es mi privilegio compartir con la audiencia de TED las buenas noticias sobre cómo podemos enseñarles a nuestros hijos desde el principio.


Annie Murphy Paul es la autora de Origins: How the Nine Months Before Birth Shape the Rest of Our Lives (Orígenes: cómo los nueve meses antes del nacimiento afectan el resto de nuestras vidas).

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