Sorpresa en el patriarcado de Moscú por el arresto de Efraim del Monte Athos. Pero hay algunos que dicen que había usado una reliquia de la Virgen como publicidad para promoverse en el Kremlin
El mundo ortodoxo se encuentra dividido por la historia del archimandrita Efraim del monte Athos, uno de los centros más importantes de la espiritualidad del cristianismo de Oriente. El monje, abad del monasterio de Vatopedi, el más importante de la Montaña Sagrada, fue arrestado el pasado 24 de diciembre por la decisión de la Corte de Atenas en el ámbito de una investigación que comenzó en 2008 sobre una compraventa sospechosa de terrenos y que le costó al erario griego algunos cuantos millones.
La decisión creó estupor por la edad de Efraim, por el aura de inmunidad que todavía circunda a la Iglesia ortodoxa en Grecia, pero, sobre todo, por los contactos que el archimandrita tejió a lo largo de los años con muchos personajes importantes de la política y de los negocios dentro y fuera de su país.
El archimandrita había organizado hace apenas un mes el tour por Rusia de la reliquia más preciosa del monte Athos, un cinturón venerado por su supesta pertenencia a la Virgen María, que tuvo un éxito enorme entre el público por todas las ciudades por las que iba pasando.
Y no es casual que las protestas más encendidas por el arresto de Efraim llegaron justamente desde Moscú. El metropolita Hilarion de Volokolamsk, número dos del patriarcado ortodoxo de Moscú y su responsable para las relaciones externas dijo a la agencia Interfax que los millones de fieles que tuvieron la ocasión de conocer al monje durante su viaje con la reliquia de la Virgen quedaron «sorprendidos» de que «el abad de uno de los mayores, se podría decir, de los más ejemplares monasterios del monte Athos» haya sido arrestado al regresar a Grecia, «un país ortodoxo».
«Su sorpresa es comprensible , así como los sentimientos de muchos obispos, sacerdotes y fieles laicos griegos que creen que la decisión en contra del archimandita Efraim es un ataque hostil contra los monjes del Athos y contra toda la Iglesia ortodoxa».
El patriarca de Moscú, Kirill, intervino sobre el caso con una carta al presidente griego Karolos Papoulias para pedirle la liberación del monje: «Millones de creyentes de Rusia, de Bielorrusia, de Ucrania, de Modlavia y de otros países.. están ansiosos por las medidas de policía que se tomaron con el Abad del monasterio de la Montaña Sagrada muy conocido en el mundo ortodoxo, justamente durante los días en los que la Iglesia griega ortodoxa celebra el Nacimiento de Cristo».
En cambio, al contrario de esta postura, fue clamoroso el silencio del Patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, bajo cuya jurisdicción recae el monte Athos. Para algunos observadores, detrás de todo estaría, una vez más, la rivalidad entre los patriarcas de Moscú y de Constantinopla, porque a este último no le agradaba la cercanía de Efraim con Moscú. Sin embargo, la cuestión es mucho más compleja.
Si de la sede del Patriarcado ecuménico de Estambul no han llegado todavía declaraciones oficiales, muchos de los patriarcas y de los obispos cercanos a Bartolomé I han comentado el arresto. No han faltado las muestras de afecto y de solidaridad (como la del obispo de Edessa Joel, que escribió al presidente de la Suprema Corte griega); pero también están los que han marcado sus distancias.
Particularmente significativa es la del metropolita Nektarios de Petra. El “renacimiento” del monasterio de Vateopedi, obra del hiperactivo Efraim y de las múltiples oportunidades de negocios que sus múltiples contactos le procuraban , según el obispo se trataba de una «trampa» para la Iglesia ortodoxa.
El estilo de vida ascético (según algunos, los monjes comían «gusanos y legumbres») había perdido terreno en un monasterio que se convirtió tanto en la meta de lujo preferida de embajadores, políticos y hombres de negocios, como en el beneficiario de sus donaciones
El archimandrita «entraba y salía de las oficinas de todos los poderosos» de Grecia: «¿Qué otro hombre de Iglesia gozaba de privilegios parecidos?»
Ante esta evolución, el mismo Bartolomé I había llamado la atención a Efraim y le había quitado la gestión administrativa del monasterio de Vatopedi, dejando en su poder tan solo la dirección espiritual.
La única respuesta del archimandrita fue tratar de acercarse a los ortodoxos rusos, sin escrúpulos, jugando con la antigua rivalidad entre los patriarcas de Constantinopla y de Moscú, y de la ambición de este último por adueñarse del Athos.
Efraim, recuerda el motropolita Nektarios, habría tenido una entrevista personal de dos horas con Vladimir Putin durante su estancia en Rusia.
Sin embargo, el tour ruso de la reliquia del cinturón de la Virgen había creado escándalo entre los monjes del monte Athos: organizado por la fundación “Amigos de Vatopedi”, dirigida por un magnate ruso amigo de Putin, cuando ya se sabía que la investigación estaba apuntando cada vez más hacia la figura de Efraim, suscitó la oposición de nueve de los 20 monasterios del Athos. Su temor era que la reliquia fuera usada con la finalidad de ayudar a los objetivos personales del archimandrita.
El obispo, viendo el cuadro complejo de la situación, invita a la prudencia: «La moraleja que todos debemos aprender de este caso es no usar las iglesias ni los monasterios como oficinas políticas. Y que quede claro que la que está bajo investigación es la persona de Efraim y no su fe ni tampoco la iglesia». Ante los que hoy piden con vehemencia la liberación de Efraim y proclaman su inocencia, como las decenas de personas que se manifestaron frente a la Corte de Atenas, Nektarios invita a no lanzarse a «manifestaciones populistas» que poco o nada tienen que ver con la Iglesia. (V.I./Alessandro Speciale)
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