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domingo, 12 de febrero de 2012

¿SERÁ POSIBLE CELEBRAR LA EUCARISTÍA EN EL CENÁCULO?



Posible devolución del lugar en el cual, según la tradición, tuvo lugar la última cena de Jesús con los doce apóstoles

¿Ha avanzado la negociación entre el Vaticano y el Estado de Israel? Puntual en los medios de comunicación vuelve a estallar la cuestión de la "cesión" del Cenáculo. El tema vuelve a estar en el candelero a causa de un artículo de Giulio Meotti, firma italiana del diario Il Foglio, publicado en el Yediot Ahronot, popular diario israelí en el cual también publica una columna. Tomando como referencia el encuentro de la Comisión Bilateral Permanente de Trabajo entre el Estado de Israel y la Santa Sede celebrada en Jerusalén –encuentro durante el cual se han alcanzado sustanciales progresos en la negociación de cuestiones ya abiertas-, Meotti anuncia que existe la posibilidad de un acuerdo para devolver al Vaticano el control del lugar en el cual, según la tradición se celebró la Última Cena de Jesús con los apóstoles. Una hipótesis duramente criticada por el periodista italiano según el cual una conclusión de este tipo constituiría una "triste capitulación a los intentos de cristianizar este lugar santo, similar a la construcción de un convento católico en Auschwitz".


El punto clave de la contienda reside en el hecho de que -como muy a menudo sucede en Jerusalén- también el cenáculo entra a formar parte de los lugares sagrados para una y otra religión que se entrecruzan. Situado apenas fuera de la muralla de Solimán, a pocos cientos de metros de la Puerta de Sión, la "sala del piso superior", en la que según los evangelios se celebró la Última Cena (y también el Pentecostés) se encuentra efectivamente sobre otra sala del piso inferior en cual los judíos veneran la Tumba del rey David. Precisamente por este motivo, la sala del Cenáculo es un simple museo que pueden visitar los peregrinos cristianos, pero en el cual no se puede celebrar ningún rito. Es paradójico que precisamente en el lugar donde Jesús instituyó la Eucaristía no se pueda celebrar ninguna Misa. La única excepción fue en marzo del 2000, con motivo del viaje a Tierra Santa de Juan Pablo II: se permitió que Wojtyla presidiera una liturgia eucarística, cosa que en cambio no sucedió durante el viaje de Pablo VI en 1964 y ni siquiera se repitió durante el de Benedicto XVI en el 2009.

Para entender este enredo, hay que repasar toda la historia de este lugar. Porque el punto es que la presencia de una comunidad judeocristiana en este rincón de Jerusalén es muy antigua. Según los arqueólogos, "la sinagoga de los cristianos" en el monte Sión, fue una de las pocas que no destruyó el emperador Adriano cuando en el Siglo II d. C., tras la segunda insurrección judía, arrasó Jerusalén.

Seguramente la basílica bizantina ya estaba aquí en el Siglo IV. Data en cambio de la época de las cruzadas el descubrimiento del cenotafio que más tarde fue indicado como la Tumba de David. En 1167, el rabino Abraham de Jerusalén refirió a Benjamín de Tudela que -dieciséis años antes, tras la caída de una pared en la capilla inferior de la iglesia del Cenáculo- habían sido descubiertas ricas tumbas que se pensaba que eran las de David y Salomón. Inició de este modo una contienda a tres bandos en este lugar, desde el momento que también los musulmanes en el Corán veneran a David como profeta.

Inicialmente, incluso después de la caída del Reino Cruzado, fueron los cristianos quienes mantuvieron el control del complejo: gracias al patrocinio de los soberanos de Nápoles, en 1335 los franciscanos pudieron efectivamente adquirir el Cenáculo que se convirtió en la primera sede de lo que actualmente es la Custodia de Tierra Santa. Pero en el piso de abajo, la sepultura de David, seguía siendo un santuario musulmán. Está situación duró un par de siglos en un continuo alternarse de acontecimientos, hasta que en 1523 los frailes fueron expulsados. Por último, con la guerra de 1948, esta parte de Jerusalén paso bajo el control israelí y la Tumba de David se convirtió en uno de los lugares de la identidad judía, con la apertura de una yeshivà (una escuela rabínica) dentro del complejo. La cuestión del estatus jurídico, sin embargo, sigue abierta: desde siempre los franciscanos reivindican la propiedad de la sala del Cenáculo, en virtud de la adquisición que tuvo lugar en 1335.


El aspecto paradójico del asunto es que precisamente la investigación de los arqueólogos judíos ha demostrado que es bastante improbable que esa sea verdaderamente la tumba del gran caudillo de Israel. En la Biblia, de hecho, en el primer Libro de los Reyes, se narra que fue sepultado "en la ciudad de David". Un lugar que actualmente se tiende a identificar con la zona del Ofel, es decir , en otra parte de la Ciudad Vieja de Jerusalén. La tradición, sin embargo, es más fuerte que la arqueología y por lo tanto, esa es venerada de todos modos como la Tumba de David.

Vale la pena, para terminar, precisar que de todos modos la eventual devolución del Cenáculo a la Iglesia católica no menoscabaría de ninguna manera el derecho de los judíos a rezar ante la Tumba de David: en la negociación con Israel, de hecho, la Santa Sede no ha reivindicado nunca ningún derecho relacionado con el piso inferior. Lo único que pide es recuperar la titularidad de la sala del Cenáculo para poder permitir a los peregrinos que ya actualmente la visitan, celebrar de nuevo la Eucaristía en el lugar donde aconteció la Última Cena de Jesús. (Vatican Insider /Giorgio Bernardelli/Roma)





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