"Celebramos hoy la importancia de la Basílica del Santo Sepulcro como centro del mundo y de la vida porque, gracias a la muerte de Cristo en el Calvario y a su resurrección del sepulcro vacío, podemos gozar de la Vida".
Con estas palabras ha comenzado el padre Artemio Vítores, Vicario de la Custodia de Tierra Santa, su homilía delante del edículo del Santo Sepulcro de Jerusalén en la solemnidad de la Dedicación de la Basílica, este viernes 15 de julio.
Con motivo del 50º aniversario de la conquista de Jerusalén, los cruzados festejaron el evento inaugurando una nueva basílica, completamente restaurada. Era el 15 de julio de 1149.
El obispo Fulquerio hizo esculpir en la puerta principal una inscripción en latín para la memoria futura: “Este santo lugar está santificado por la sangre de Cristo, por eso nuestra consagración no añade nada a su santidad”. La consagración de la basílica constantiniana se había realizado ya en la fiesta de la Exaltación de la Cruz el 335.
El padre Artemio ha utilizado también en su homilía otras imágenes espirituales, como la del “amor retardado”: “El amor retardado en la posesión de la Persona amada es un sufrimiento que purifica el alma del creyente. Este amor retardado se ve en relación al Santo Sepulcro. El camino hacia el Sepulcro vacío ha estado siempre unido al dolor y al sufrimiento. No ha sido fácil llegar al objeto del deseo, ver, tocar, besar “el lugar donde Jesús fue depuesto” (Mt 28,6). Sin embargo, nada ha quitado la fe, la esperanza y el amor a los cristianos. El Sepulcro vacío es el “kilómetro cero” desde donde parten todos los caminos del mundo, el “ombligo del mundo”, el centro de nuestra historia y de nuestra vida. Id a anunciar lo que habeis visto y oído”.
En la celebración han participado varios sacerdotes, religiosos y peregrinos. El altar para la ocasión se ha preparado en la entrada del edículo del Sepulcro, conocida como la “Capilla del Ángel”, donde han concelebrado, junto con el padre Artemio, como celebrantes principales el padre Noel Muscat, discreto de Tierra Santa y maestro de los seminaristas, y el padre Ibrahim Najib, guardián del convento de la Flagelación.
La antífona de la comunión, cantada en gregoriano por los frailes, es especialmente sintética y descriptiva del significado de esta liturgia: “El Señor ha resucitado dejando este sepulcro. Él, que por nosotros fue colgado en la cruz. Aleluya”.
La celebración de hoy, ligada profundamente a la presencia cruzada, nos recuerda que ésta permitió, durante más de un siglo, a los peregrinos cristianos viajar sin peligro para visitar los Santos Lugares. También hoy los peregrinos pueden venir a Jerusalén con total seguridad. Aquí, de hecho, los acontecimientos de la primavera árabe no han tenido ninguna repercusión en cuanto a los conflictos sociales y, tras algunas semanas en que el número de peregrinos ha sido algo inferior a lo normal, ahora los grupos de fieles vuelven a llenar las calles de la Ciudad Santa.
Con estas palabras ha comenzado el padre Artemio Vítores, Vicario de la Custodia de Tierra Santa, su homilía delante del edículo del Santo Sepulcro de Jerusalén en la solemnidad de la Dedicación de la Basílica, este viernes 15 de julio.
Con motivo del 50º aniversario de la conquista de Jerusalén, los cruzados festejaron el evento inaugurando una nueva basílica, completamente restaurada. Era el 15 de julio de 1149.
El obispo Fulquerio hizo esculpir en la puerta principal una inscripción en latín para la memoria futura: “Este santo lugar está santificado por la sangre de Cristo, por eso nuestra consagración no añade nada a su santidad”. La consagración de la basílica constantiniana se había realizado ya en la fiesta de la Exaltación de la Cruz el 335.
El padre Artemio ha utilizado también en su homilía otras imágenes espirituales, como la del “amor retardado”: “El amor retardado en la posesión de la Persona amada es un sufrimiento que purifica el alma del creyente. Este amor retardado se ve en relación al Santo Sepulcro. El camino hacia el Sepulcro vacío ha estado siempre unido al dolor y al sufrimiento. No ha sido fácil llegar al objeto del deseo, ver, tocar, besar “el lugar donde Jesús fue depuesto” (Mt 28,6). Sin embargo, nada ha quitado la fe, la esperanza y el amor a los cristianos. El Sepulcro vacío es el “kilómetro cero” desde donde parten todos los caminos del mundo, el “ombligo del mundo”, el centro de nuestra historia y de nuestra vida. Id a anunciar lo que habeis visto y oído”.
En la celebración han participado varios sacerdotes, religiosos y peregrinos. El altar para la ocasión se ha preparado en la entrada del edículo del Sepulcro, conocida como la “Capilla del Ángel”, donde han concelebrado, junto con el padre Artemio, como celebrantes principales el padre Noel Muscat, discreto de Tierra Santa y maestro de los seminaristas, y el padre Ibrahim Najib, guardián del convento de la Flagelación.
La antífona de la comunión, cantada en gregoriano por los frailes, es especialmente sintética y descriptiva del significado de esta liturgia: “El Señor ha resucitado dejando este sepulcro. Él, que por nosotros fue colgado en la cruz. Aleluya”.
La celebración de hoy, ligada profundamente a la presencia cruzada, nos recuerda que ésta permitió, durante más de un siglo, a los peregrinos cristianos viajar sin peligro para visitar los Santos Lugares. También hoy los peregrinos pueden venir a Jerusalén con total seguridad. Aquí, de hecho, los acontecimientos de la primavera árabe no han tenido ninguna repercusión en cuanto a los conflictos sociales y, tras algunas semanas en que el número de peregrinos ha sido algo inferior a lo normal, ahora los grupos de fieles vuelven a llenar las calles de la Ciudad Santa.
Texto de Fray Riccardo Ceriani
Fotos de Mab
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