La Biblia sigue siendo un objeto misterioso en los países católicos. Una investigación de Eurisko, encargada por la Federación Bíblica Católica, muestra el poco conocimiento que se tiene en general de este texto cardinal de la religión cristiana (el verano pasado, Benedicto XVI recomendó e invitó a leer la Biblia durante las vacaciones). El número de personas entrevistadas para la investigación fue de 13.000, provenientes de 9 países diferentes: Estados Unidos, Gran Bretaña, Holanda, Francia, Alemania, Italia, España, Polonia y Rusia. Por ejemplo, tan solo el 14% de los italianos entrevistados respondió con precisión a algunas preguntas básicas sobre la Biblia: ¿los Evangelios forman parte de la Biblia?; ¿Jesús escribió libros de la Biblia?; ¿quién pertenece al Antiguo Testamento: Moisés o Pablo?; ¿Quién de estos autores escribió un Evangelio: Lucas, Juan, Pablo o Pedro?
Las cosas no mejoran en otros países. En Estados Unidos y en Gran Bretaña solo el 17% respondió bien; en Alemania, el 15%; en Francia, el 11%; y en España, tan solo el 8%. Los mejores fueron los polacos, puesto que el 20% de los entrevistados respondió con precisión a estas preguntas básicas sobre la Biblia. Los peores, en cambio, fueron los rusos, con tan solo el 7%. Italia se encuentra entre los últimos lugares, incluso si se trata de la lectura en general de la Biblia: si el 75% de los estadounidenses entrevistados afirmó que ha leído algún pasaje de la Biblia en el último año, solo el 27% de los italianos pueden afirmar lo mismo.
Otros dos países católicos están peor: Francia (21%) y España (20%). Los italianos prefieren, más que leer los textos sacros, escuchar las homilías y las prédicas, ver transmisiones religiosas en la tele o rezar con palabras propias. Sin embargo, los italianos que dicen ser católicos (el 88% de la población) no se distinguen por su participación en los ritos religiosos: tan solo el 32% frecuenta asiduamente las iglesias, contra un 55% de los polacos y un 45% de los estadounidenses. Entre los ortodoxos rusos, solo el 6% va a misa cada domingo. En cambio, es altísimo el porcentaje de los italianos y polacos creyentes que tienen la sensación de gozar de la protección divina: el 79%; en Rusia es del 78%. En Francia, tan solo del 47%. También son interesantes los datos sobre cómo se interpreta la Biblia: si en una forma fundamentalista (es decir, literalmente) o crítica: los que consideran que la Biblia es la “palabra de Dios” literalmente son el 27% de los estadounidenses, el 23% de los italianos, el 34% de los polacos y el 21% de los rusos.
Si la investigación muestra un presente marcado por la confusión y la ignorancia, los italianos parecen dispuestos a mejorar las cosas en el futuro: el 28% de los entrevistados considera que la Biblia debería estudiarse en la escuela, el 34% se muestra muy favorable.
Los traductores holandeses de la “versión en slang” se han preguntado cuál sería el secreto de la Biblia, por qué tiene esa capacidad para marcar tan profundamente la historia del mundo y de las personas. Una primera e inmediata respuesta es que la Biblia es el documento central de la religión hebrea y de la religión cristiana, pero también es estimada en el mundo musulmán. Se trata de una obra literaria, es más, de una verdadera literatura que recoge la historia bimilenaria de Israel, de Jesús y de los primeros cristianos. Esta historia lleva consigo un mensaje extraordinario: la revelación que Dios hizo de sí mismo a la humanidad y el plan de salvación que Él va construyendo en la historia. Al escuchar el mensaje de la Biblia, se descubre que es algo más allá de un simple texto literario o histórico: es la palabra de Dios. La Biblia es la palabra que Dios ha hecho resonar en el tiempo, en las palabras de los profetas, de Jesús y de los apóstoles, y que mediante los escritores sacros ha entregado al pueblo de Israel y después, definitivamente, a la Iglesia y, mediante ella, a todas las personas de la tierra.
La Biblia es el libro más vendido en todo el mundo.
Hasta ahora ha sido traducida a 2,400 lenguas diferentes. Todo un récord.
V.I./GIACOMO GALEAZZICiudad DEL VATICANO
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