Como “un tesoro para enriquecer cada día” ha definido el Sucesor de Pedro y Obispo de Roma, los dones que el Señor depositó en nosotros, refiriéndose al Evangelio de la liturgia del domingo, en su saludo a los peregrinos de lengua española presentes en la oración mariana del Ángelus en la Plaza de San Pedro. De este “tesoro” depositado para nosotros, se sigue la exhortación de la liturgia a una vida sobria, vigilante, activa y diligente.
Palabras de Papa en español: Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que han participado en esta oración mariana del Ángelus. En la liturgia de hoy, la Palabra de Dios nos exhorta a la sobriedad, a la vigilancia y a una vida cristiana activa y diligente. Los dones que el Señor ha depositado en nosotros son un tesoro que hemos de enriquecer cada día, como tierra fértil que da buenos frutos, y contribuir así a la edificación de la Iglesia y de la sociedad. Que la Virgen María nos acompañe en este servicio a la obra salvadora de Cristo. Muchas gracias y feliz domingo.
Texto completo de las palabras del Papa en el Ángelus
¡Queridos hermanos y hermanas!
La palabra de Dios de este domingo – la penúltima del año litúrgico- nos advierte sobre lo provisorio de la existencia terrena y nos invita a vivirla como una peregrinación, teniendo la mirada, dirigida hacia la meta, hacia aquel Dios que nos ha creado y porque nos hizo para sí, es nuestro último destino, y el sentido de nuestro vivir. Pasaje obligado para alcanzar esta realidad definitiva es la muerte, seguida del juicio final. El Apóstol Pablo recuerda que “el día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche.” (1 Ts 5,2), esto es sin preaviso. La conciencia del regreso glorioso del Señor Jesús nos anima a vivir en una actitud de vigilancia, esperando su manifestación con la constante memoria de su primera venida.
En la célebre parábola de los talentos –que recuerda el evangelista Mateo (cfr 25,14-30) – Jesús habla de los tres servidores a los cuales el patrón, al momento de partir por un largo viaje, confía sus propios bienes. Dos de ellos se comportan bien, porque hacen fructificar el doble de los bienes recibidos. El tercero en cambio, esconde el dinero recibido en un hoyo. Al regresar a su casa el patrón pide la cuenta a sus servidores de cuanto les había confiado y mientras se complace de los dos primeros, queda desilusionado del tercero. En efecto, ese servidor, que ha escondido el talento sin valorizarlo, hizo mal sus cuentas: se comportó como si su patrón no tendría que regresar más, como si no habría venido el día en que le habría pedido cuentas de su obrar. Con esta parábola, Jesús quiere enseñar a los discípulos a usar bien sus dones: Dios llama a cada hombre a la vida y le entrega los talentos, confiándole al mismo tiempo una misión por cumplir.
Sería de necios pensar que estos dones sean debidos, así como renunciar a emplearlos, sería como no responder al objetivo de la propia existencia. Comentando esta página evangélica, san Gregorio Magno, nota que a nadie el Señor le deja sin el don de su caridad, del amor. Él escribe: “es por esto necesario, hermanos míos, que pongan todo cuidado en la custodia de la caridad, en toda acción que tengan que cumplir” (Homilía sobre los Evangelios 9,6). Y tras haber precisado que la verdadera caridad consiste en el amar tanto a los amigos como a los enemigos, agrega: “si a uno le falta esta virtud, pierde todo bien que tiene, y es privado del talento recibido y será expulsado afuera, en las tinieblas”.
Queridos hermanos, ¡recibamos la invitación a la vigilancia, a la que muchas veces nos llaman las escrituras! Esta es la actitud de quien sabe que el Señor regresará y querrá ver en nosotros los frutos de su amor. La caridad es el bien fundamental que nadie debe dejar de hacer fructificar y sin la cual cualquier otro don es vano (cfr 1 Cor 13,3). Si Jesús nos ha amado al punto de dar su vida por nosotros (cfr 1 Gv 3,16), ¿cómo podremos dejar de amar a Dios con todo nuestro amor y amarnos los unos a los otros de verdadero corazón?(cfr 1 Gv 4,11) Solo practicando la caridad, también nosotros podremos tomar parte de la alegría de nuestro Señor. Que la Virgen María sea nuestra maestra de laboriosa y alegre vigilancia en el camino hacia el encuentro con Dios.
Traducción del italiano Patricia Ynestroza - RV
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