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miércoles, 2 de noviembre de 2011

AUDIENCIA GENERAL DE BENEDICTO XVI



















Queridos hermanos y hermanas:


La catequesis de hoy está dedicada al recuerdo de los fieles difuntos. En estos días se visitan los cementerios para rezar por ellos, recordando, de ese modo, la comunión de los santos que profesamos en el Credo, ya que en ella se manifiesta el estrecho vínculo que nos une a los que ya han alcanzado la eternidad. El hombre siempre ha tenido consideración con los muertos. Y, aunque nuestra sociedad intenta eliminar por todos los medios incluso el pensamiento sobre la muerte, nos preguntamos: ¿Por qué esto es así? La respuesta es que la muerte atañe a todos, en cualquier tiempo y lugar. Ante un mundo positivista, incapaz de abordar este misterio, estas celebraciones nos ayudan reconocer en la muerte la gran esperanza, de que la vida del hombre no termina aquí, que su anhelo de eternidad ha sido colmado por el Dios cuyo Hijo, muerto y resucitado por nosotros, venciendo a la muerte nos ha abierto el camino a la vida eterna.


Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México, República Dominicana, Colombia, Argentina y otros países latinoamericanos. Invito a todos a que al recitar el Credo proclaméis al mundo la fe en la vida eterna, pues si el Buen Pastor nos guía en la noche de la muerte, seremos capaces de trabajar con denuedo en este mundo, con la esperanza del futuro que nos promete.


Muchas gracias.

(Radio Vaticana)













 

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