Celebramos este domingo el día de la Iglesia Diocesana, que este año tiene como lema “Tu Iglesia contigo, con todos”.
Benedicto XVI, en la Jornada Mundial de la Juventud celebrada el pasado verano en Madrid, afirmó que “la Iglesia no es una simple institución humana como otra cualquiera, sino que está estrechamente unida a Dios. El mismo Cristo se refiere a ella como su Iglesia”. El Papa dijo también que no se puede separar a Cristo de la Iglesia, como no se puede separar la cabeza del cuerpo. La Iglesia no vive de sí misma sino del Señor. Él está presente en medio de la Iglesia y le da vida, la alimenta y la fortalece.
La misión de la Iglesia consiste en anunciar a Jesucristo, ya que la Iglesia existe para evangelizar; esto es, para ser el sacramento de Jesucristo, tal como afirmó el Concilio Vaticano II. El Papa, en la homilía que pronunció hace ahora un año en la solemne dedicación de la basílica de la Sagrada Familia, nos dijo –en una expresión muy profunda teológicamente- que “la Iglesia no tiene consistencia por sí misma; está llamada a ser signo e instrumento de Cristo, en pura docilidad a su autoridad y en total servicio a su mandato”.
Seguir a Jesús en la fe comporta caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario, nos dijo también el Papa durante la última Jornada Mundial de la Juventud. Quien cede a la tentación de ir por su cuenta o de vivir la fe según la mentalidad individualista que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no hallar nunca a Jesucristo o de acabar siguiendo una falsa imagen de Él. “Tener fe –nos recuerda el Papa- es apoyarse en la fe de tus hermanos, y que tu fe sirva a la vez de apoyo para los demás.”
Por tanto, nos hemos de sentir miembros activos de la Iglesia de Jesucristo que vive y actúa en cada una de las Iglesias locales o diocesanas. Esto comporta que nos sintamos Iglesia y que nos esforcemos en “sentir con la Iglesia”, según la famosa frase de san Ignacio de Loyola en sus “Ejercicios espirituales”.
Sentirnos miembros de la Iglesia nos ha de llevar a implicarnos más en sus tareas pastorales y sociales y también en su sostenimiento económico, a partir de las diversas formas que se ofrecen a los católicos, desde poner la crucecita en la declaración de la renta en favor de la Iglesia católica –y también en favor de las “otras finalidades sociales”- hasta las suscripciones periódicas para el sostenimiento de la diócesis o los donativos en la colecta que se realiza en la jornada de la “Iglesia diocesana” –llamada “Germanor” entre nosotros- en todas las iglesias.
Las aportaciones van destinadas al Fondo Común y con él se han de mantener todas las actividades pastorales y materiales de la Iglesia diocesana que están al servicio de todos los diocesanos, en especial de los pobres y necesitados.
+ Lluís Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona
INFORME DEL ARZOBISPADO DE BARCELONA
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