Las instalaciones del semanario francés Charlie Hebdo, en el distrito XX de París, fueron atacadas en la madrugada del miércoles con varios cócteles molotov, que devastaron los locales en los que apenas llevaban unos meses. La web de la revista también fue pirateada dos veces durante la noche. En lugar de la edición digital, una imagen de la mezquita de la Meca en plena peregrinación y una sola frase: «No hay más dios que Mahoma». El doble ciberataque, que quedó eclipsado por el desmantelamiento de la redacción, se atribuía ayer a activistas turcos (Akincilar) y tunecinos (Mn9).
Para este número, «Charlie Hebdo» se había rebautizado en «Charia Hebdo», ironizando sobre la instauración de la ley islámica en Libia tras el derrocamiento de Gadafi y el triunfo de los islamistas en Túnez. La publicación decidió dedicar su portada a un Mahoma caricaturado y prometiendo «cien latigazos a quien no se muera de risa» y convertido al profeta musulmán en el «jefe de redacción» por un día de este semanario satírico fundado en 1970.
Condenado por toda la clase política, el primer ministro francés, François Fillon, insistió en que la libertad de expresión es un derecho inalienable en el hexágono. Para el ministro del Interior, Claude Guéant, el ataque constituye un «atentado», destinado a amordazar este derecho «sagrado» y advirtió de que «se equivocan» quienes tratan de imponer una determinada manera de pensar. «Los franceses no aceptarán tal imperialismo» remató el ministro, que prometió poner todos los medios para dar con los autores. Las amenazas contra el semanario se habían multiplicado estos días. Los investigadores no descartan ninguna pista pero las primeras sospechas se orientan hacia un pequeño grupo islamista como responsables de este acto criminal. El actual redactor jefe del semanario satírico, Stephane Charbonnier, consideró que el islam no puede quedar fuera de la libertad de Prensa. «Si nosotros podemos hacer broma de cualquier cosa en Francia, si podemos tratar todos los temas excepto el islam o las consecuencias del islamismo, algo extraño ocurre», exclamó.
Para Charbonnier el atentado no ha sido obra de la comunidad musulmana en Francia, sino de grupúsculos radicales a los que calificó de «extremistas idiotas». «Charlie Hebdo» había recibido varios mensajes amenazantes en sus perfiles de Facebook o Twitter, pero no había sufrido ninguna agresión física hasta ayer. «No vamos a cerrar», aseguró el jefe de redacción. El número que iba a salir ayer miércoles contenía un editorial, atribuido al profeta Mahoma, en el que se reflexiona sobre la «primavera árabe» y su deriva islamista en un tono ácido. También aparece una caricatura de Mahoma ataviado como un payaso.
El estupor por la destrucción de las instalaciones del semanario francés provocó la solidaridad de la Prensa. El periódico de izquierdas «Libération» abrió su redacción a los periodistas de «Charlie Hebdo». «Incendiar un periódico o su edificio es un acto grave, sobre todo en democracia, donde existen reglas, leyes y tribunales a los que pueden acudir aquellos que se sienten heridos», criticó en su página web el editor de «Libération», Nicolas Demorand.
El caso danés
Las ilustraciones del superventas Jyllands-Posten, el 30 de septiembre de 2005, desataron meses más tarde la furia de los musulmanes a lo largo y ancho del globo. Las protestas por las caricaturas de Mahoma –la figuración está prohibida en el islam– se tornaron en incidentes violentos contra Occidente. El redactor jefe danés que pretendió abrir el debate sobre la autocensura europea hacia el islam y la coartada del multiculturalismo tuvo que acostumbrarse a llevar escolta. Igual que el dibujante que sufrió un ataque en su casa. El consejo musulmán en París pidió ayer a los fieles que no cayeran en la «provocación».
Ejemplares agotados
El número de «Charia Hebdo» está cerca de convertirse en un ejemplar de culto. Ayer el número de este semanario, cruel y crudo, se vendió como pan caliente en los kioscos franceses. La veterana publicación, que combina una ideología de izquierda radical con el humor, ha estado siempre a la sombra de la más exitosa y conocida, Le Canard Enchaine.
Ataques radicales contra la libertad de expresión
FURIA POR LAS VIÑETAS DE MAHOMA
El diario danés «Jyllands Postem» publicó una caricatura de Mahoma con un turbante con forma de bomba. El periódico sufrió amenazas de grupos islamistas y varias personas murieron en altercados en Afganistán por este episodio.
EL CINEASTA THEO VAN GOGH, ASESINADO
Mohamed Bouyeri fue condenado a cadena perpetua en 2005 por el asesinato del realizador holandés Theo Van Gogh. Para denunciar la sumisión de la mujer en el islam, el cineasta realizó un corto en el que aparecía una musulmana semidesnuda con frases del Corán escritas en su piel.
OBJETIVO: MATAR A SALMAN RUSHDIE
El ayatolá Jomeini dictó una «fatwa» en 1989 contra el escritor Salman Rushdie tras publicar la novela «Los versos satánicos», en la que vierte una crítica a las autoridades religiosas musulmanas. La condena a muerte contra el novelista sigue vigente a día de hoy.
PROTESTAS POR EMITIR LA PELÍCULA «PERSÉPOLIS»
La Policía tunecina disperó, el pasado 9 de octubre, una protesta contra el canal Nessma TV, que emitió la película franco-iraní «Persépolis», considerada blasfema por grupos islamistas. Una de las escenas que más molestó a los radicales es una en la que aparece Dios hablando con una niña. (La Razón)
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