Dublín "se divorcia" del Vaticano y, tras las protestas de los obispos de la isla, la católica Irlanda deja la Curia Romana. El gobierno cierra la embajada en la Santa Sede y asegura que es una elección tomada por motivos económicos relacionados con la crisis y no a causa de las "frías" relaciones diplomáticas con la Santa Sede.
Relaciones, que a todas luces, están atravesando una fase muy difícil. Hace tres meses tanto el premier Enda Kenny como el Parlamento censuraron de manera seria a la Iglesia de Roma, diciendo que "saboteaba las investigaciones sobre los sacerdotes pedófilos". Nunca Dublín había hablado con tanta fuerza contra el Vaticano, acusándolo de anteponer sus intereses a los de las víctimas de los abusos.
La decisión del ejecutivo irlandés (que ha cerrado también sus representaciones en Irán y en Timor Este) ha sido tomada "para dar una respuesta a los objetivos del programa de la UE y del FMI y llevar el gasto público a un nivel aceptable". El portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi replica: "La Santa Sede toma acto de la decisión de Irlanda. Naturalmente cada estado que tiene relaciones diplomáticas con la Santa Sede es libre de decidir en base a sus posibilidades e intereses, si tener un embajador ante la Santa Sede residente en Roma o bien residente en otro país". Pero "son importantes las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y los Estados, y estas no se han puesto en tela de juicio".
Tras la polémica surgida a causa del escándalo de los abusos, el 25 de julio la Santa Sede llamó a Roma "a consultas" al Nuncio Apostólico en Dublín. Un hecho rarísimo, del que se habló bastante, porque tenía que ver con un país de inquebrantable fe católica. Por ahora el puesto de "embajador del Papa" en Dublín está vacante, porque el nuncio Giuseppe Leanza, que fue llamado al Vaticano, luego obtuvo un nuevo cargo en Praga. La nunciatura de todos modos está abierta regularmente.
En Septiembre la Santa Sede envió una carta al gobierno de Dublín, reconociendo la gravedad de los abusos a menores. Pero el Vaticano rechazó secamente, como infundadas, las acusaciones hechas por el gobierno irlandés de haber obstaculizado las investigaciones e impedido al obispado del país denunciar a los sacerdotes pederastas a las autoridades civiles. El gobierno irlandés ha reconocido "la seriedad" la respuesta del Vaticano, aunque recalca que sus anteriores posiciones "dieron a algunos el pretexto para no colaborar" con las autoridades del país. Y ayer, para terminar, la decisión de cerrar la embajada de Roma.
Una "profunda contrariedad" por el "cierre" ha sido expresada por el cardenal Sean Brady, arzobispo de Armagh y Primado de Irlanda, que fue avisado con una llamada telefónica por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Brady ha declarado que "muchos otros comparten esta desilusión", recordando que las relaciones entre los estados iniciaron en 1929. "Esta decisión parece mostrar poca consideración para el importante papel realizado por la Santa Sede en las relaciones internacionales y para los vínculos históricos con el pueblo irlandés", lamenta el purpurado. "Espero que, a pesar de este paso deplorable, la estrecha y recíprocamente ventajosa colaboración entre Irlanda y la Santa Sede en el mundo de la diplomacia pueda seguir" y que Dublín nombre lo antes posible "a un nuevo embajador residente en la Santa Sede".
Para la Secretaría de Estado la delicadeza del estado actual de las relaciones entre la católica Irlanda y el Vaticano "merece una atención particular".
V.I./Giacomo GaleazziCiudad del Vaticano
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