El Hermano Arun P. D'Souza, SJ, jesuita misionero en la prefectura de Yamaguchi, un millar de kilómetros al sur de Tokio, ha informado sobre la situación que están viviendo en Japón y lo ha definido con mucha claridad: "están en manos de Dios".
"El terremoto fue sólo el comienzo. El tsunami, con olas de diez metros, destruyó las vidas de miles de personas, así como la infraestructura básica. El agua del mar llegó cinco kilómetros tierra adentro, y la sal ha hecho inhabitable la zona."
"Las pérdidas van más allá de la imaginación y del control humano. En Japón, por ejemplo, sigue siendo invierno, y la temperatura todavía cae por debajo de cero. El frío en la noche es terrible. Cuatro personas tienen que compartir una rebanada de pan porque la comida es difícil de encontrar. Las carreteras y los aeropuertos se han visto seriamente dañadas, y helicópteros están ahora autorizados a volar en un radio de 50 km de la zona afectada".
"Cerca de medio millón de personas sin hogar, están acurrucados en las calles o se refugian en centros de evacuación. Todos los días, hay apagones en los alrededores de Tokio para ahorrar energía. En otras palabras, las cosas están empeorando".
"El primer sismo, que duró cuatro minutos, fue seguido por otros 300 y los expertos esperan que continúen durante el resto del año. La tierra se mueve varias veces al día, a veces durante tres minutos".
"Creo que la gente necesita las oraciones y ánimo para recomponer sus vidas. Sólo la oración puede dar un impulso".
"En un país como Japón, que siempre está preparado para una tragedia masiva de este tipo, en este momento todo está en manos de Dios y la furia de la naturaleza".
Ha pasado casi una semana desde el terrible terremoto y, al parecer, la comunidad internacional asiste impasible al desarrollo de los acontecimientos. Vemos en las noticias que los supermercados están vacíos, conocemos también la dureza del frio invierno, sabemos que además de las personas fallecidas debe haber heridos a millares y que hay muchísimos ancianos y niños afectados.
¿Necesitan con urgencia en Japón donaciones de sangre, mantas, alimentos, agua, medios de transporte, maquinaria, generadores eléctricos, etc., etc.? Por fortuna, como no podía ser de otra manera, rápidamente han reaccionado organizaciones humanitarias internaciones, pero por lo que cuenta el jesuita misionero, Arun D'Souza, no creemos que esté siendo suficiente.
Por lo visto, fuera de Japón, lo único que preocupa a los gobernantes es evacuar a sus compatriotas para que no se vean afectados por la radioactividad y hacer gestos hacia sus votantes, fundamentalmente, para que no les repercuta electoralmente.
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