A su llegada al aeropuerto de Tegel, Benedicto XVI fue acogido con veintiún salvas de cañón, como prevé el protocolo de las visitas de Estado, mientras en las escalerillas del avión le esperaban el Presidente federal de Alemania Christian Wulff y la Cancillera federal , Angela Merkel. También estaban presentes el arzobispo de Berlín Rainer Maria Woelki y el presidente de la Conferencia Episcopal alemana y arzobispo de Freiburg im Breisgau , Robert Zollitsch..
Después de una breve pausa en la Sala de Honor del aeropuerto el Papa se trasladó en automóvil al castillo de Bellevue, residencia oficial del Presidente federal de Alemania donde tuvo lugar la ceremonia de bienvenida que tuvo lugar en los jardines del castillo.
“Aunque este viaje sea una visita oficial que fortalecerá las buenas relaciones entre la República Federal de Alemania y la Santa Sede –dijo el Papa en su discurso- no he venido aquí en primer lugar para lograr determinados objetivos políticos o económicos, como justamente hacen otros hombres de estado, sino para encontrarme con la gente y hablar de Dios (...) Notamos hacia la religión una creciente indiferencia de la sociedad, que en sus decisiones, considera que la cuestión de la verdad es más bien un obstáculo, y concede, en cambio, prioridad a las consideraciones utilitarias”.
Sin embargo, prosiguió el pontífice “es necesaria una base fundamental para nuestra convivencia, de los contrario, cada uno vive siguiendo su individualismo. La religión es una de las bases para la buena convivencia. “Al igual que la religión necesita a la libertad, la libertad necesita a la religión’. La frase del gran obispo y reformador social, Wilhelm von Ketteler, del que este año se celebra el segundo centenario de su nacimiento siguen siendo actuales”.
“La libertad necesita un ligamen originario con una instancia superior. El hecho de que haya valores que no son absolutamente manipulables, es la verdadera garantía de esa libertad” que “se desarrolla sólo en la responsabilidad ante un bien mayor. Ese bien existe solamente para todos juntos (...) En la convivencia humana no hay libertad sin solidaridad (...) Esto se aplica no sólo a la esfera privada, sino también a toda la sociedad. De acuerdo con el principio de subsidiariedad, la sociedad debe dar a las estructuras más pequeñas un espacio adecuado para su desarrollo y, al mismo tiempo, servir de apoyo para que un día puedan sostenerse solas”.
“El castillo de Bellevue (...) con su ajetreado pasado es - como muchos edificios de esta ciudad - un testimonio de la historia alemana. La mirada clara, incluso si se trata de las páginas oscuras del pasado, nos permite aprender de él y recibir impulsos para el presente. La República Federal de Alemania se ha convertido en lo que es hoy a través de la fuerza de la libertad plasmada por la responsabilidad ante Dios y de los unos frente a los otros. Necesita esta dinámica que abarca todos los ámbitos del ser humano para seguir desarrollándose en las condiciones actuales. También la necesita un mundo que requiere una profunda renovación cultural y el redescubrimiento de los valores fundamentales sobre los cuales construir un futuro mejor”.
Finalizado su discurso el Papa mantuvo un coloquio privado con el presidente Wulff y sus familiares.
VIS
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