La vida del cristiano Yousef Nadarkhani pende de un hilo. Un tribunal lo encontró culpable en septiembre de 2010 de abandonar el islam. Dos meses después recibió por escrito la confirmación de la sentencia: pena de muerte. La defensa de Nadarkhani apeló y en junio el Tribunal Supremo planteó que había que revisar si el condenado llegó a ser musulmán practicante en algún momento de su vida adulta y que en cualquier caso, si vuelve a abrazar el islam, debe anularse la condena a muerte. El tribunal local comprobó que, efectivamente, Yousef nunca fue musulmán practicante pero dictaminó que pese a eso debía ser ejecutado como apóstata por ser de ascendencia musulmana. Según fuentes de la asociación Christian Solidarity Worlwide, ayer y hoy Yousef iba a ser interrogado de nuevo para que abjurase del cristianismo y salvase su vida rechazando a Cristo. De no hacerlo así, podría ser ejecutado hoy mismo.
Si se repasa el código penal iraní, no aparece la pena de muerte, pero el país la aplica a partir de decretos religiosos del ayatolá Jomeini, el padre de la revolución de 1979 que implantó el actual régimen islamista chií. La Constitución iraní afirma en su artículo 23 que nadie debe ser molestado o castigado por sostener una creencia religiosa, pero el régimen islamista no lo aplica a quienes abandonan el islam por otra religión. Tampoco a quien predica el cristianismo, y Nadarkhani no sólo se convirtió al cristianismo cuando tenía 19 años, sino que en la actualidad, con 34, era pastor de una comunidad evangélica. Al parecer, fue arrestado en 2009 cuando se atrevió a cuestionar el monopolio educativo del Estado sobre todos los niños del país. De hecho, la acusación original era de apostasía y evangelización de musulmanes.
«No puedo volver al islam»
Según las asociaciones cristianas los magistrados le conminaron a «arrepentirse». Yousef respondió: «arrepentirse significa retornar. ¿A qué debería retornar? ¿A la blasfemia que tenía antes de mi fe en Cristo?» Los jueces replicaron: «a la religión de tus mayores, el islam». Yousef entonces respondió: «no puedo». Según la sharia (ley islámica), al apóstata se le conceden tres oportunidades para retractarse. Hoy podría ser el último día de vida de este cristiano.
La Razón
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