"Siempre se ha hecho así, porque históricamente el sacerdote no ha vivido en el pueblo y alguien del Ayuntamiento tenía que abrir la parroquia", explica el alcalde
En el municipio de La Canonja, provincia de Tarragona, cuando alguien fallece, las campanas de la iglesia tocan a muerto. Todo el pueblo reconoce ese toque. La noticia corre de boca en boca y al poco rato todo el mundo sabe quién ha fallecido. Lo que no sabía el yerno de Francisco Filgueras (fallecido la semana pasada) es que el tradicional aviso tiene un coste. El Ayuntamiento cobra 15,30 euros para que repiquen las campanas.
"Siempre se ha hecho así, porque históricamente el sacerdote no ha vivido en el pueblo y alguien del Ayuntamiento tenía que abrir la parroquia y tirar de la cuerda para que sonaran las campanas", explica Roc Muñoz, alcalde de la población (de apenas 6.000 habitantes y ubicada junto a Tarragona). El sistema se modernizó y ahora las campanas son automáticas, pero alguien tiene que desplazarse tres veces hasta el templo para accionar el botón, puesto que las campanas suenan primero como toque de aviso, luego media hora antes del funeral y también cuando comienza la ceremonia.
Según publicó ayer el Diari de Tarragona, la familia de este fallecido, que fue incinerado, recibió el pasado viernes, estando en el tanatorio, una llamada de una funcionaria municipal preguntando si querían que sonaran las campanas e informándoles del coste del servicio. La familia accedió, pero luego mostró su sorpresa por la tasa municipal.
El alcalde, entre sorprendido y dolido por la queja de esta familia, explica que cuando un vecino de La Canonja es enterrado, el coste por el toque de las campanas se incluye directamente en la factura que viene del tanatorio.
"En este caso en concreto, al incinerarlo, decidimos llamar desde el Ayuntamiento como una deferencia hacia la familia, porque conocíamos a Francisco Filgueras, porque era un hombre querido en el pueblo y porque pensamos que la familia querría comunicar su muerte al resto de vecinos", argumenta Muñoz.
Según el alcalde, no se trata de una tasa con fin recaudatorio: "Es que siempre se ha hecho así y nunca antes habíamos tenido ninguna queja", insiste. Teniendo en cuenta que al año mueren aproximadamente unas cuarenta personas en La Canonja, la "tasa de las campanas", aporta a las arcas municipales poco más de 600 euros anuales. El alcalde deja sobre la mesa la posibilidad de eliminar este cobro en la próxima revisión de las tasas municipales.
La Vanguardia
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