El ministro del interior francés, Claude Guéant, ha afirmado que desde ayer viernes el Gobierno hará cumplir a rajatabla la prohibición de rezar en las calles del país incluida en la ley sobre la laicidad. La nueva vuelta de tuerca, que ha incluido una amenaza de usar la fuerza si fuera necesario, coincide con la firma de acuerdos entre el Estado y la comunidad islámica, tras semanas de negociaciones, para abrir nuevos lugares de culto en París y Marsella, las ciudades con mayor densidad de musulmanes en un país que cuenta con más de dos millones de ciudadanos que afirman profesar el Islam.
El anuncio oficial del ministro no ha evitado que un par de centenares de personas salieran a rezar hoy a las calzadas y aceras del distrito 18 de París, al norte de la capital, desafiando y desmintiendo así al Gobierno. En ese área de la ciudad los líderes musulmanes llevan años reclamando nuevos lugares de culto, y ahora ha sido ha habilitado un nuevo centro situado en un viejo cuartel de bomberos. Unas 2.000 personas, de las cerca de 3.000 que habitualmente rezan hacia La Meca en las calles del barrio de la Goutte d'Or, han utilizado hoy el nuevo edificio.
La mezquita-cuartel ha sido bendecida por las dos asociaciones islámicas del barrio (una de origen magrebí, la otra subsahariana), y por el rector de la Gran Mezquita de París, Dalil Boubaker, y estará abierta los siete días de la semana, aunque un portavoz del Imán ha afirmado que el espacio debe ser todavía remozado, a cuenta del Estado, para poder albergar los rezos cotidianos.
El contrato firmado prevé el pago de un alquiler de 30.000 euros al año, y ambas partes afirman que el cuartel debe servir como solución provisional hasta 2013, fecha en la que la alcaldía de París prevé terminar las obras de una nueva gran mezquita en el norte de la ciudad pactada con el Centro de Estudios Islámicos.
Los datos del Consejo Francés para el Culto Musulmán afirman que en este momento hay 13.000 lugares de oración disponibles para los islamistas en París, aunque sus responsables añaden que esa oferta solo cubre la mitad de la demanda real. En toda Francia vivían en 2010 unos 2,1 millones de "musulmanes declarados", de edades entre los 18 años y los 50, según el Instituto Nacional de Estudios Demográficos.
La apertura de nuevas mezquitas es un viejo caballo de batalla del ultraderechista Frente Nacional, y su presidenta, Marine Le Pen, no ha dejado pasar un minuto antes de criticar con dureza el acuerdo alcanzado entre el ministerio y la comunidad islámica: "No estoy satisfecha porque el Estado francés está sufriendo un verdadero chantaje", ha declarado la popular líder del partido xenófobo. "Ocupan las calles y dicen que seguirán ocupándolas hasta que el Estado no viole la ley sobre la laicidad dándoles un edificio (para rezar)".
El rector de la mezquita de la parisiense calle Myrha ha invitado a Le Pen a visitar su templo y a dialogar con él. "Mi puerta está abierta", ha dicho el jeque Mohammed Salah Hamza, que está convencido de que si la presidenta del Frente Nacional conociera la situación de primera mano "cambiaría de opinión".
En Marsella, otra de las ciudades donde son más habituales los rezos en la calle, la prefectura anunció el jueves la apertura de un espacio de 1.000 metros cuadrados. El Gobierno afirma que el lugar debe ser suficiente para evitar que los fieles salgan a orar al aire libre. El jueves, el ministro Guéant aseguró que la policía podría incluso "recurrir al uso de la fuerza" para hacer cumplir la ley, aunque añadió que esperaba que el diálogo "diera sus frutos".
El País
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