El Papa dirigió hoy un mensaje a Jacques Diouf, director de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) con motivo de la Jornada Mundial de la Alimentación de 2011. El papa Ratzinger hizo alusión a "las imágenes dolorosas de las numerosas víctimas del hambre en el Cuerno de África que han quedado grabadas en nuestros ojos, y cada día se añade un capítulo más de la que es una de las catástrofes humanitarias más graves de los últimos decenios".
El pontífice pidió que la actividad internacional de ayuda no se limite a la inmediatez en los casos de emergencia pues "se necesita también intervenir a medio y largo plazo". Benedicto XVI abordó asimismo el trabajo agrícola que no se ha de considerar como una actividad secundaria, sino como "objetivo de toda estrategia de crecimiento y desarrollo integral".
Se percibe al mismo tiempo -dijo el Obispo de Roma- un continuo abandono de las áreas rurales "con una disminución global de la producción agrícola y, por tanto, de las reservas alimentarias". "Además, parece que se difunde lamentablemente por doquier la idea de que los alimentos son una mercancía más y, por tanto, sometidos también a movimientos especulativos", añadió.
Aunque vivimos en una dimensión global, según el Papa, "hay signos evidentes de la profunda división entre los que carecen del sustento cotidiano y los que disponen de ingentes recursos, usándolos a menudo con fines ajenos a la alimentación, e, incluso, destruyéndolos". Ante la magnitud del drama del hambre, -dijo Benedicto XVI- "no basta invitar a la reflexión, analizar los problemas y ni siquiera la disponibilidad a intervenir".
Y recordó: "son frecuentes los intentos de justificar los comportamientos y omisiones dictados por el egoísmo y por objetivos e intereses particulares".
Por el contrario, el propósito de esta Jornada debería ser "el compromiso de modificar conductas y decisiones que aseguren, hoy mejor que mañana, que toda persona tenga acceso a los recursos alimentarios necesarios, y que el sector agrícola disponga de un nivel de inversiones y recursos capaz de dar estabilidad a la producción y, por tanto, al mercado", refirió. Se trata, en definitiva, -afirmó Benedicto XVI- "de asumir una actitud interior de responsabilidad, capaz de inspirar un estilo de vida distinto, con la sobriedad necesaria en el comportamiento y el consumo, para favorecer así el bien de la sociedad".
El Papa exhortó a que todo ello debe valer también para las generaciones futuras, por su sostenibilidad, tutela de los bienes de la creación, distribución de los recursos y, sobre todo, el compromiso concreto por el desarrollo de pueblos y naciones enteras. Todo esto se podrá realizar si las instituciones internacionales "garantizan también su servicio con imparcialidad y eficacia, pero respetando plenamente las convicciones más profundas del alma humana y las aspiraciones de toda persona", mantuvo el Papa.
La Razón
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