El pasado jueves la Universidad de Navarra nombraba Doctor Honoris Causa al cardenal húngaro Peter Erdö, el segundo más joven del colegio cardenalicio (tiene 59 años, uno más que el cardenal Marx, de Múnich). Preside desde 2006 el Consejo de Conferencias Episcopales Europeas, desde donde observa el Este y el Oeste del Viejo Continente.
–Toda Europa tiene gobiernos de derechas, pero escasean las políticas pro vida y pro familia...
–En Europa, la política parece centrarse en la economía como si fuese algo indiferente al partido, basándose solo en temas monetarios y de mercado.
– ¿Quién es el interlocutor que escucha a la Iglesia, si apenas hay partidos democristianos?
– La doctrina social de la Iglesia es, ante todo, para católicos. El fiel católico goza de justa autonomía en su trabajo para la transformación del mundo, pero ha de tener presente el Magisterio. Estas enseñanzas interesan a algunos políticos. Hace pocos días, por ejemplo, se fundó en Hungría un grupo transversal de políticos católicos de diversos partidos. La Iglesia además habla a todo hombre de buena voluntad. Pero creo que lo que sucede no es que los políticos no entiendan a la Iglesia: es que no entienden la realidad, lo que pasa. Además, se supone que los votantes eligen según el programa y la lógica y la razón, pero en realidad lo que prevalece es la mera publicidad. Hay programas electorales de partidos que ya ni siquiera hacen promesas.
–La nueva Constitución en Hungría, su país, reconoce el cristianismo y la defensa de la vida humana desde la concepción...
–Es verdad que en esas nuevas leyes fundamentales hay voluntad de respetar algunos valores que la Iglesia defiende. Hay imperfecciones, porque es una legislación apresurada. Además, la ley escrita no vale lo mismo en todos los países. En cualquier caso, en Hungría, el aborto sigue activo y aún se aplica la ley permisiva de los años 90. En Hungría perdemos 40.000 habitantes cada año, por el envejecimiento sin natalidad.
–Navarra hace un año era la única región española donde no se practicaban abortos y ahora es la única donde se hacen listas de médicos que objetan al aborto. ¿Qué piensa de eso?
–Recientemente el Consejo de Europa, en Estrasburgo, votó contra unas leyes que pretendían limitar la objeción de conciencia de los médicos y eso ha de ser un referente para los estados. Si un médico no está dispuesto a hacer esas intervenciones, puede ser adecuado que se sepa, que lo diga. Pero yo recuerdo la época comunista en Hungría: el padre de un compañero mío, ginecólogo cristiano, fue despedido y se le prohibió ejercer por negarse a practicar abortos. También a mi padre, que era jurista, le impidieron ejercer por ser persona religiosa.
–Imaginemos un país, teórico, cuyos partidos no asumen los mínimos requisitos pro vida o pro familia de la Iglesia. Su sistema electoral no da margen para crear un partido eficaz compatible con esa enseñanza y por ese sistema los cristianos no pueden influir dentro de los partidos establecidos. ¿Qué recomienda a los católicos del país?
–¡Ese caso se parece mucho a la época comunista! Entiendo que es un país abstracto, una hipótesis. Un cristiano en esa situación puede tener que renunciar a participar en política de partido, pero no puede renunciar a transformar el mundo con su trabajo, aunque no llegue a ser ministro. Mi padre decía que el precio de la autenticidad era la modestia.
Cardenales en Navarra
Péter Erdö, que aún bajo gobiernos comunistas impulsó el nacimiento de la Universidad Católica Péter Pázmany de Budapest, no es el primer cardenal que recibe el Honoris Causa en la Universidad de Navarra: en 2003 lo recibió el cardenal Rouco, de Madrid, y en 1998, el entonces cardenal Ratzinger. (La Razón)
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